En el sombrío y brutal mundo de los videojuegos, de vez en cuando aparece una joya independiente que te hace sentir que has descubierto algo realmente especial. Mi reciente inmersión en Mortal Sin, del solodev Nikola Todorovic, un roguelite de acción en primera persona, me ha dejado esa sensación de haber encontrado algo único y visceral. A pesar de haber estado en acceso anticipado, el juego ha demostrado ser una experiencia pulida, desafiante y, sobre todo, increíblemente gratificante.
Desde el primer momento, el estilo artístico del juego me cautivó por completo. Con sus visuales oscuros y deprimentes, resalta elementos importantes en colores vivos, creando un contraste audaz que resulta inquietante y, al mismo tiempo, fascinante.
Es un enfoque que se adapta perfectamente al tono sombrío del juego y contribuye a una inmersión total en este mundo de pesadilla. Acompañado de una banda sonora que mezcla melodías lúgubres con un zumbido malévolo, el juego establece una atmósfera inolvidable.

Pero más allá de su estética, lo que realmente me ha enganchado es su sistema de combate. Es rápido, frenético y, sorprendentemente, profundo. No se trata solo de machacar botones; el juego te obliga a dominar el arte de la espada, los golpes, las patadas y los parrys. Cada arma, desde las espadas hasta las pistolas, se siente única y requiere un enfoque diferente. Lo más interesante es cómo el combate te castiga por ser demasiado confiado, pero te recompensa por tomar riesgos calculados.
La rejugabilidad es un pilar fundamental en Mortal Sin. Gracias a la generación procedural de calabozos, cada partida es una experiencia nueva, con diferentes trampas, botines y tesoros por descubrir. Hay una gran variedad de clases para elegir, lo que asegura que cada partida se sienta fresca y ofrezca nuevos desafíos. Sin embargo, este es un juego implacable. Solo un par de errores te pueden enviar de vuelta al inicio, lo que, aunque puede ser frustrante, también te motiva a mejorar en cada intento.

Mortal Sin tiene algunos aspectos que podrían pulirse, como un sistema de guardado poco amigable y una persistencia entre partidas que podría ser más refinada. Pero, a pesar de estos pequeños contratiempos, mi veredicto es claro: es uno de los mejores roguelites de acción en primera persona que he jugado.
Su combate, su estilo visual único y su atmósfera brutal lo convierten en una experiencia verdaderamente emocionante y, en mi opinión, en un imprescindible para cualquier fan del género.
Este análisis ha sido realizado gracias al código enviado por Mark Allen PR.