Corría el año 2019 (año menos uno de la pandemia) cuando el dependiente de confianza del GAME me recomendó Sea of Solitude. Esto está guapísimo, es super bonito. Venga va, me lo llevo. Un juego indie, aunque pagado por la todopoderosa Electronic Arts dentro de su etiqueta EA Originals. Una etiqueta en la que, por aquel entonces, prometían buscar títulos independientes con historias interesantes que contar. Ahí están Unravel y Unravel Two, Lost in Random, It Takes Two… y Rocket Arena, con su profunda historia.
Sea of Solitude es precioso
Lo primero que destaca al empezar una partida es el soberbio apartado artístico. De principio a fin es un título cuidado en lo visual, su arquitectura es sencilla en apariencia pero férrea y efectiva, sus personajes son una auténtica preciosidad. Los juegos de luces y sombras concuerdan con el momento de la narración, así como su elección de colores. Todo lo que vemos nos mete en la narrativa de Sea of Solitude y muta a la perfección según sentimiento que quiere transmitir en ese momento concreto.
La fluidez con la que se mueve y la distancia de dibujado son más que aceptables tanto la versión de PS4 que jugué hace años como la de Xbox Series X que he podido descargar gracias al Game Pass. Supongo que en esta última todo es más fluido y la resolución es mayor, pero es que no es eso lo que más me importa en un juego como este. Nada del apartado técnico y artístico de Sea of Solitude es criticable. Viendo un vídeo del juego no podemos sentir otra cosa que ganas de ponerle las manos encima.
La jugabilidad cojea
Para ir aclarándonos: Sea of Solitude es un juego que nos pretende contar una historia. Todo lo que vemos y hacemos está supeditado a la narración de una serie de sucesos. El apartado gráfico, como ya hemos visto, cumple a la perfección en este sentido. Pero la jugabilidad se queda a medias, no se decide. Las opciones en este tipo de títulos narrativos es hacer que el desarrollo sea un simple paseo en el que vamos desvelando el relato escondido. Este género llamado Walking Simulator suele disfrutar de cierto plataformeo sencillo y algún puzle o interacción con el entorno que nos ayuda a desgranar la crónica subyacente.
Sea of Solitude empieza siendo así. La protagonista se desplaza por una ciudad inundada, bien navegando en su barquichuela, bien andando por los tejados de la urbe que sobresalen del agua. Si nos desorientamos, cosa bastante fácil por desgracia, podemos lanzar una bengala que irá hacia el objetivo. Esta mecánica salva un problema del juego: hay veces que no sabemos qué tenemos que hacer o hacia dónde ir. Simplemente pulsando el gatillo izquierdo tenemos una luz que ilumina nuestro camino. Literalmente.
Y hasta aquí bien, tenemos una historia que se va mostrando según recorremos un camino predefinido. Pero sus desarrolladores han querido ir un poco más allá incluyendo unos combates un tanto extraños que no acaban de encajar en un título de este tipo. Estos combates no nos ayudan a entender parte del guión, simplemente son un impedimento en nuestro camino. Un intento de gamificar Sea of Solitude que le sienta francamente mal y que para más inri se terminan por convertir en algo tedioso a causa de su constante repetición. ¿Es la jugabilidad de Sea of Solitude un desastre? Para nada. Simplemente hay momentos que sobran y que hubiese superado con algo de hastío con tal de ver qué pasa después. Si no fuese porque el relato lo único que consiguió fue enfadarme.
A continuación: Destripes
Si no has jugado a Sea of Solitude y eres de los que sufren severos ataques de ira por conocer detalles de una película antes de verla: no leas más. Bruce Willis lleva muerto desde el principio. Romeo y Julieta mueren. El barco se hunde y el pobre Leo entra en la tabla, pero Kate se ha aburrido de él y no le deja subir. En cuanto a Sea of Solitude, la misma directora artística que hizo un trabajo genial en este apartado nos pretende contar una historia acerca de su soledad. Un mensaje al principio de la partida nos avisa que es un relato muy personal y que no pretende concienciar ni servir de ejemplo (menos mal).
Descubrir las vivencias de otra persona ya me suena lo bastante aburrido, aunque entiendo que pueda sonar interesante para otra gente. Me gustaría recordar que el título de esta entrada en XboxManiac es: Análisis subjetivo. Es decir, voy a hacer lo mismo que la guionista de Sea of Solitude: contar lo que a mí me transmitió el juego, lo que sentí durante el relato pero entendiendo que a otros les pueda gustar. Aclaro esto porque he visto reviews en el que se le da una nota alta, aunque en la nota media en Metacritic es más bien tibia. Supongo que simplemente no soy el objetivo al que está destinado el juego.
Me explico con un ejemplo rápido: los anuncios de televisión son productos audiovisuales cortos, pero con un estudio previo muy profundo. Los profesionales que los hacen saben llegar a su público, ignorando al resto. Es decir, que si ves un spot publicitario que te parece una soberana tontería es porque no eres su target, no te lo están vendiendo a ti. Cada vez que veo uno de los anuncios de Telepizza en los que salen mocetes haciendo el panoli me dan ganas de darles una hostia y ponerles a cavar zanjas. Porque soy un señor de 43 años bastante cascarrabias y dicha publicidad está destinada a adolescentes. A ellos esa mierda les parecerá bien, imagino.
Sea of Solitude me dio esa misma sensación: esto no es para mí. Aunque está todo tan mal contado que no sé si las notas altas se deben a la afinidad del redactor con el trasfondo o a que el sello de Electronic Arts les impone respeto.
Que sí, que lo he entendido
A los pocos minutos de la aventura me asaltó una terrible sensación: esta mierda ya la he visto antes. No puede ser. Esto, o algo muy parecido lo he escrito yo. Pero no ayer o antes de ayer, hace por lo menos veinticinco años. Imagino que muchos hemos escrito, dibujado o imaginado algo similar al pasar por esa fase de autoflagelación y oscuridad en la que el mundo entero conspira en nuestra contra y desea nuestro llanto. Se llama adolescencia y es muy jodida. Bueno, en realidad no, pero cuando estamos allí nos lo parece. Igualmente nos parece que en nuestro interior se esconde un gran diamante que todos deberían ver, aunque nos están preparados para ello.
Ese gran artista agazapado en nuestro interior se comunica mediante metáforas redondas, cuasi perfectas, que la gente que está por debajo de nuestro intelecto (todos) no es capaz de entender. Bueno, eso es lo que nos parece entonces. Más pronto que tarde salimos de ese pozo de negrura y nos damos cuenta que existe vida más allá de nuestro ombligo. Si tenemos la desgracia de haber sido super creativos en nuestra adolescencia y encontrarnos con alguna de nuestras obras cuando ya somos adultos… el sonrojo está asegurado. Esa poesía definitiva que iba a cambiar la literatura mundial con su desparpajo y profunda lectura resulta que se limitaba a un trozo de papel en el que habíamos escrito algo parecido a «si te llamas Carlos, por el culo te la hinco».
Pues eso, más o menos, es lo que me encontré en Sea of Solitude: las metáforas nada sutiles de una adolescente que exageraba todo para parecer ella el centro de todas las desgracias. Y encima se da el gusto de explicarlo todo a cada paso. Si ya lo he entendido, joder. No creo que exista ninguna persona adulta que empiece una partida de Sea of Solitude y no comprenda inmediatamente que la niña cuervo tristona del bote es la escritora. La niña de luz que flota alegre por el aire es la escritora. El monstruo de oscuridad que nos insulta es la escritora. El cocodrilo es la escritora. Maldita sea, ya lo hemos pillado, no hace falta que lo vayas insinuando de vez en cuando.
La sorpresa del final, el pretendido plot twist al unir las cuatro versiones de la chica en una lo estamos viendo desde el minuto uno. Será que esto no es para mí, que lo ha escrito una adolescente. Vamos a buscar en google… Cornelia Geppert… ¡pero si tenía 38 años!
Vamos a calmarnos
Cabe la posibilidad de que la historia de Sea of Solitude esté escrita por una mujer de casi cuarenta años, pero pretenda dirigirse a un público adolescente. Venga, vamos a respirar hondo y le damos otra oportunidad. Pese a todo puede que como señor mayor no case con el tono del juego porque me he pasado de años. Qué narices… estamos en 2023, época feminista, por fin. Vamos a admitir que soy un señoro educado en los 80. Que aunque me esfuerce por dejar atrás mi educación machista siempre queda un resquicio. Puede que mi visión de cromosoma XY me aleje del punto de vista femenino de la guionista.
No olvidemos que Cornelia es una persona que ha sido capaz de imaginar y levantar esta preciosa ciudad sumergida en un mar de lágrimas (otra metáfora evidente que te acaban explicando). Ha de tener una sensibilidad muy especial para ello. Ha dirigido un título independiente que ha llamado la atención de EA. Electronic Arts, amigos, una de las productoras más poderosas. Algo positivo han tenido que ver en este proyecto. De ninguna forma le voy a quitar el mérito que se ha ganado a pulso.
Vamos a ver qué más nos cuenta la chica cuervo. El hilo narrativo de Sea of Solitude se divide en tres subtramas, la primera es la de su hermano pequeño. Recordemos que esta es la historia real de Cornelia. Vemos como al pobre chiquillo le calientan las orejas sus compañeros de clase mientras la protagonista estaba ocupada teniendo su primer amor. Vale… pues volvemos a tropezar. Como persona que sufrió de acoso escolar durante años no me puedo ver menos reflejado en el personaje del hermano. Nada o casi nada de lo que dice representa ni por asomo lo que yo sentía en esos momentos.
Sea of Solitude pretende ser una historia de por qué el personaje principal se ha quedado sola. Intenta contarnos como vivió una introspección que la llevó a ser mejor persona. Como llegó a comprender lo que sufrió su hermano a manos de sus abusones. Pero lo único que demuestra la narración del juego es que no ha entendido nada. Intenta explicar de forma muy torpe, mediante simbología extremadamente tosca y luego explicaciones innecesarias algo que en realidad no entiende. No sólo no se molestó en profundizar en el padecimiento del chaval sino que además muestra su egoísmo al hacerse partícipe del dolor. Cómo las hostias que le dieron al mocete mientras ella le ignoraba llegaron a hacerle mella en lo profundo de su ser, el de ella. Esto, por cierto, se representa cargando nubes negras en la mochila que lleva a su espalda. Otro ejemplo de falta de sutileza narrativa.
Y no mejora
Las siguientes historias son el divorcio de sus padres y la ruptura con su novio, porque tenía una marcada depresión clínica y decidió alejarse de ella. En ambos casos la chica cuervo pasa alrededor de las tragedias de sus seres queridos portándose de forma incorrecta y nos explican que su mochila vital se llena del sufrimiento de los demás. Desde mi sesgado punto de vista tampoco parece que haya entendido mucho acerca del hundimiento de su expareja. Simplemente él le insiste en que quiere estar solo, ella quiere animarle llevándole a una fiesta y al ver que sigue empecinado en alejarla de él pues… le abandona. No le busca ayuda de un especialista, ni siquiera parece que se haya interesado por su estado actual… no puedo empatizar para nada con esta decisión, aunque a ella le parece que era irremediable.
Por favor, si alguna vez os encontráis ante una persona deprimida que pide que le dejéis solo porque os va a arrastrar con ella. Por favor, por favor, por favor: si queréis a esa persona no la abandonéis, intentad que la vea un psicólogo. Nadie nunca ha salido de un trastorno depresivo diciéndole «anímate» o arrastrándole a una fiesta pero mucho menos dejándole solo. Salir de ahí es un proceso jodido y requiere de mucha paciencia por parte de los que te rodean. Menos mal que Sea of Solitude avisa al principio que no pretende ser ejemplo de nada. MENOS MAL.
Tras vivir como espectadora estos tres dramas y defender que lo mejor que puede hacer es pasar de largo, la protagonista llega el final. La catarsis. La chica cuervo abraza a la chica luz y las chicas monstruo como parte de sí misma. Las acepta y entiende que estar sola no es necesariamente símbolo de debilidad. Venga, el final no está del todo mal. Ha conseguido ser una persona fuerte que se quiere a sí misma. Pero que no me venda la moto de que ha llegado ahí entendiendo y absorbiendo el drama de los demás. Me alegro por su felicidad.
Pero no por su estabilidad mental, porque como la historia sea completamente real y haya sido escrita por una persona de casi cuarenta años y no por una adolescente… algún día ese castillo de naipes se derrumbará. Espero sinceramente no haber entendido bien el trasfondo de Sea of Solitude o que no se acerque a la realidad tanto como nos cuenta. Al ver la obra artística de Cornelia Geppert y compararla con el guión no puedo evitar sentir que algo no cuadra.
Electronic Arts, devoradora de estudios
Buscando exculpar a la creadora de Sea of Solitude quiero pensar que la productora ha metido mano en el juego para que sea más sencillo de entender por todo el mundo. Que han modificado partes de la historia y la interacción con el juego para ampliar el objetivo de clientes. Echar la culpa a Electronic Arts y su manía de cargarse buenos juegos a base de sugerencias es lo único que se me ocurre para decir que la creadora de esos bellísimos entornos semiacuáticos no puede ser la misma que ha escrito esta sarta de chorradas.
Sea como sea… Sea of Solitude me saca de quicio. No puedo empatizar con la protagonista. No quiero encariñarme con alguien que se convierte a sí misma en víctima del sufrimiento de los demás mientras los abandona a su suerte. Me enerva que la forma de narrarme la historia sea sacarme una moneda de la oreja y acto seguido decirme: que no la he sacado de ti, en realidad la estaba escondiendo en la mano. Si quieres juegos narrativos que te marquen y emocionen tienes muchos ahí fuera. Celeste es el más obvio. No los quiero comparar directamente por no hacer escarnio. Bastante he dicho ya.