Casi todos los videojuegos que llegan al mercado están inspirados en otro o son directamente una copia del original. Rara vez nos podemos encontrar con un juego que innove en cuanto a mecánicas jugables porque cuando la industria da con algo nuevo y fresco, que además engancha a los jugadores, de repente vemos decenas de juegos que repiten el esquema ganador. Incluso dentro de la escena independiente el riesgo asumido por los desarrolladores es más bien escaso. Se hacen juegos que recuerdan a otros vistos en el pasado y toda originalidad se reduce a un pequeño girito más o menos atrayente o a la mezcla de dos géneros exitosos. Así tenemos aquellos metroidvania cuyo combate se asemeja a Dark Souls, beat’em ups con toquecitos de roguelite o aventuras gráficas con mamporros… Los juegos con mecánicas originales son raros de ver. Escape String es una rara avis en este panorama lleno de clones.
Escape String nos propone llevar a un simpático robotito a través de una fábrica llena de peligros. En principio nuestro amigo el androide deberá saltar para evitar caídas y agacharse para esquivar obstáculos mortales. Nada nuevo en el mundillo de los videojuegos, ¿verdad? Esto lo llevan haciendo personajes como Mario y Crash desde el principio de los tiempos. De los tiempos videojueguiles, claro está.
La diferencia es que en esta ocasión no controlamos al protagonista de Escape String en tiempo real, sino que debemos anticipar lo que ocurrirá y marcar los movimientos del androide previamente. Por ejemplo si queremos que de cuatro pasos y luego salte el objeto marcaremos →→→→↑→→→→ y ordenaremos que se ejecute la secuencia. Entonces el robot caminará cuatro cuadrículas y brincará por encima del obstáculo y continuará hacia la salida. Si hemos calculado bien pasaremos al siguiente nivel y si resulta que nos hemos quedado cortos y se tropieza tendremos que probar de nuevo.
Según vayamos avanzando por los cuarenta niveles de los que consta Escape String se añadirán más problemas para nuestro robótico amigo. Desde trampas eléctricas que cuelgan del techo, que podremos sortear gateando, a objetos móviles que se moverán a la vez que nosotros y nos harán repetir varias veces la secuencia hasta que demos con el timing justo que nos haga pasar ilesos.
En un momento dado de Escape String aparecerán androides enemigos que hacen lo mismo que el protagonista, pero en sentido inverso, lo que hará que nos tengamos que preocupar de librar los peligros con nuestro robot a la vez que llevamos al siniestro doppelganger hacia la muerte. Todo con la misma secuencia de órdenes.
A modo de historia Escape String nos premiará cada cierto número de niveles con secuencias borrosas en las que se intenta relatar las motivación de nuestro pequeño robot. Podríais amenazarme con una muerte muy dolorosa y no sería capaz de deciros cuál es el pretexto de Escape String más allá de que un robot quiere escapar. ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Qué hará luego? Ni idea. No pudo interesarme menos la motivación del pobre autómata. El autor lo ha intentado llenar esas escenas de tanta grandilocuencia, de forma tan vacía, que directamente me ponía a pensar en cualquier otra cosa.
Sin embargo lo que es el juego en sí me atrapó. Su jugabilidad me recuerda a lenguajes de programación destinados a enseñar rudimentos y estructuras básicas a los niños como el Logo, o la programación de autómatas más simple. Soy consciente de que soy un tipo raro y de que mis gustos no pueden extrapolarse a todo el mundo. Por eso me preguntó si Escape String puede ser un juego destinado a cualquier jugador o sólo a los que encontramos diversión en concatenar números.
Te gustará si:
- Buscas un juego de puzles cortito que suponga un pequeño reto a tu mente.
- Entiendes el chiste que encierra el nombre del juego.
No te gustará si:
- Lo tuyo es la acción inmediata, saltar cuando hay que saltar y agacharse cuando toca.
Hemos jugado a Escape String en una Xbox Series X gracias al código proporcionado por 7 Raven Studios.