La espera ha sido larga, pero por fin hemos podido sumergirnos en la continuación de uno de los metroidvania más aclamados de la última década. Gracias a que ha sido incluido desde el primero minuto en el católogo de Game Pass, he podido disfrutar de las primeras horas de Hollow Knight: Silksong en mi Xbox Series X. Y si algo tengo claro es que el juego, aún en sus inicios, es una declaración de intenciones: más rápido, más bonito y más desafiante que su predecesor. Team Cherry ha vuelto a triunfar.
Desde el primer momento, es evidente que el ritmo de juego ha cambiado. Ahora controlamos a Hornet, y su agilidad y velocidad son la clave. El combate se siente mucho más frenético y fluido. Hornet no solo es capaz de saltar y deslizarse con una gracia impresionante, sino que su abanico de movimientos es mucho mayor. El uso de la seda como herramienta de ataque y de desplazamiento es un acierto total que añade una nueva capa de estrategia a la exploración y al combate.
El mundo de Pharloom, aunque distinto al de Hallownest, mantiene esa misma atmósfera de misterio y melancolía que hizo tan especial al juego original. Los escenarios son visualmente espectaculares, con una paleta de colores más variada y unos diseños de personajes y enemigos que demuestran el cuidado de Team Cherry por cada detalle. La dirección artística es, una vez más, sobresaliente.
Pero no todo es igual. El sistema de curación ha sido modificado, y ahora los fragmentos de seda, que sirven para curarnos, se recargan de forma distinta. Esto obliga a replantear la forma de afrontar los enfrentamientos, ya que no podemos curarnos en cualquier momento como antes. Además, el juego no tarda en mostrar su cara más desafiante. Los enemigos son más rápidos y agresivos, y los puzles plataformeros requieren de una precisión casi quirúrgica.
En resumen, Hollow Knight: Silksong se siente, al menos en estos primeros compases, como una evolución natural de la fórmula. Mantiene la esencia que hizo grande al original, pero eleva la jugabilidad a un nuevo nivel de velocidad y dificultad. Es una secuela que se siente familiar y, a la vez, refrescantemente nueva. Si las primeras impresiones son un indicativo, nos espera una aventura memorable. Ahora, si me disculpan, voy a sumergirme de nuevo en Pharloom.