Hirogami es un juego que entra por los ojos desde el primer minuto. Ese mundo de origami que se despliega a mi alrededor, con cada pliegue y textura de papel cuidadosamente diseñado, es sencillamente precioso. Cada escenario parece una maqueta artesanal en movimiento, y el sonido del papel al doblarse o crujir se vuelve casi hipnótico. Es un título que transmite cariño por lo visual, y que invita constantemente a detenerse y admirar el trabajo artístico. En el aspecto gráfico no hay ninguna pega que poner al trabajo de Bandai Namco Studios Singapore.
En lo jugable, lo primero que pensé es que tiene bastante en común con Kirby y la Tierra Olvidada. El motivo es claro: las transformaciones del protagonista cambian radicalmente la manera de interactuar con el escenario, y además facilitan bastante el avance. Como en la aventura de la bola rosa, aquí completar la historia principal no supone un gran reto, pero si quieres el 100% de coleccionables vas a tener que rejugar los niveles varias veces, aprovechando nuevas formas para acceder a zonas secretas o conseguir ítems que antes eran inalcanzables. Es una fórmula que motiva a la exploración, aunque a veces pueda sentirse algo repetitiva.
Cada transformación tiene su encanto: rodar como armadillo, trepar como gorila, saltar con el sapo o planear como un avión de papel son ideas frescas y muy bien integradas en los puzles y plataformas. La variedad está ahí, y engancha descubrir cómo un mismo escenario cambia por completo cuando vuelves con nuevas habilidades.

Ahora bien, no todo es perfecto. A nivel de control y cámara, se notan limitaciones que afectan en los momentos más tensos. El combate nunca termina de ser satisfactorio, y cuando los enemigos se acumulan se siente más torpe que divertido. Además, la cámara fija a veces juega malas pasadas y hace que medir ciertos saltos sea más complicado de lo necesario.
Al final, me queda la sensación de que Hirogami es una experiencia corta, hermosa y creativa, pero también con carencias jugables que le impiden brillar al máximo. Me encantó perderme en sus escenarios de papel y descubrir todos los secretos que esconden, pero el viaje se me hizo breve y en algunos tramos un tanto limitado.

Es para ti si te atraen los juegos con un apartado artístico único y buscas una aventura ligera que recuerde en espíritu a Kirby.
Sin embargo no te lo aconsejo si esperas una experiencia larga o un reto demasiado exigente: es un título para disfrutar con calma, saboreando cada pliegue, más que para poner a prueba tus reflejos.
He doblado y plegado neuronas gracias al código de Hirogami enviado por Kakehashi Games.