The Knightling llega con una propuesta encantadora: un diminuto caballero que hereda la legendaria armadura y el escudo de Sir Lionstone para embarcarse en una aventura llena de color, simpatía y pequeñas dosis de épica. El estilo visual low poly, cuidado y precioso, resulta muy atractivo y está plagado de detalles que transmiten ternura y carisma. Veamos qué tal está terminado esta aventura del estudio Twirlbound.
Uno de los grandes aciertos del juego está en la movilidad. Deslizarse con el escudo por colinas y acueductos se convierte rápidamente en una de sus mecánicas más disfrutables, aportando frescura a la exploración. Saltar sobre hongos gigantes o encontrar rincones ocultos refuerza esa sensación de dinamismo constante. Las mazmorras y puzzles acompañan bien a este diseño, ofreciendo desafíos ingeniosos y variados, aunque algunos se alargan más de la cuenta y ralentizan el ritmo.
El combate, en cambio, no brilla con la misma fuerza. A pesar de que el escudo puede usarse de múltiples maneras —desde lanzarlo como un boomerang hasta encadenar combos aéreos—, la precisión de los controles y la implementación del parry no siempre resultan satisfactorias. Los enfrentamientos con varios enemigos a la vez tienden a sentirse caóticos y menos pulidos que el resto de la experiencia.
En cuanto al rendimiento, la versión probada en Xbox Series X funciona a 30 fps estables, lo cual sorprende teniendo en cuenta el estilo gráfico low poly. Aunque el apartado visual es bonito y lleno de detalles, se percibe que el juego podría haberse beneficiado de una mayor fluidez, especialmente en las secciones de exploración y combate donde la agilidad es clave.

El sistema de progresión cumple sin destacar demasiado, con mejoras y desbloqueos que aportan algo de profundidad pero sin motivar realmente a experimentar. A nivel narrativo, la historia es sencilla y directa, con un tono amable que encaja con la estética ligera del título. El uso de murmullos en lugar de diálogos hablados refuerza el carácter simpático de los personajes, aunque deja la sensación de que se podría haber hecho más con el guion.
En lo estructural, el mundo abierto sigue fórmulas conocidas: misiones secundarias dispersas, estaciones de mejora y un camino principal bien definido. No aporta demasiadas novedades, pero sí logra mantener la atención gracias a su encanto visual y al placer de deslizarse constantemente con el escudo.

En conclusión, The Knightling es un juego con mucho corazón, ideal para quienes buscan una experiencia accesible, colorida y breve —su duración ronda las cinco horas—. Sus fortalezas residen en la movilidad y el diseño de puzzles, mientras que su talón de Aquiles está en el combate y el rendimiento técnico en consola. No alcanza las cotas de los grandes referentes del género, pero ofrece una aventura simpática y familiar que merece ser tenida en cuenta.
Te gustará si te gustan las aventuras llenas de colorido y simpatía.