La división de videojuegos de Microsoft enfrenta despidos y cancelaciones tras imponer un margen del 30 %
La división de videojuegos de Microsoft está atravesando un periodo de agitación intensa. Según varios informes, la compañía habría fijado un objetivo de margen de beneficio —alrededor del 30 %— para su unidad de videojuegos, una cifra muy por encima del promedio de la industria. Las presiones derivadas de ese objetivo estarían impulsando recortes de personal, cierre de estudios y cancelaciones de proyectos.
Desde el otoño de 2023, el equipo de dirección de Microsoft, y en particular la directora financiera Amy Hood, habría establecido la meta de que la división de juegos alcanzara ese margen de beneficio bruto del 30 %. En comparación, los márgenes típicos de la industria se estiman en torno al 17–22 %, y antes de este cambio, la división de videojuegos de Microsoft operaba con márgenes de apenas el 12 %.

Las consecuencias prácticas de estos objetivos tan agresivos se están haciendo notar. Se han producido despidos masivos en toda la división de videojuegos de Microsoft, afectando a miles de trabajadores. Varios estudios han sido cerrados o absorbidos, y numerosos proyectos han sido cancelados o puestos en pausa. Además, se ha iniciado una reestructuración de productos y precios, con un enfoque más marcado en “oportunidades de mayor margen”, lo que podría implicar cambios en modelos de negocio y dirección creativa.
Desde la perspectiva de los desarrolladores, jugadores y del propio ecosistema del videojuego, esta estrategia tiene varias implicaciones preocupantes. La ambición de un margen del 30 % puede conducir a que solo los proyectos “segurísimos” reciban luz verde, reduciendo la innovación y la diversidad creativa. Las cancelaciones y despidos afectan directamente al talento y generan incertidumbre entre los estudios asociados. Para los jugadores, un enfoque centrado en el beneficio puede traducirse en menos riesgo creativo, más secuelas y menor variedad.
Además, si la división no logra esos márgenes sin grandes recortes, surgen dudas sobre la sostenibilidad a largo plazo de la estrategia. Microsoft ha invertido miles de millones en adquisiciones recientes dentro del sector, lo que incrementa la presión interna por demostrar rentabilidad. Sin embargo, el negocio del videojuego tiene márgenes volátiles por naturaleza, ya que depende de ciclos de desarrollo largos, costes altos y grandes apuestas creativas.
La fijación de un margen tan elevado contrasta con la realidad de la industria: los beneficios fluctúan, y los grandes éxitos suelen financiar proyectos más arriesgados. Forzar un nivel de rentabilidad tan alto puede desincentivar la experimentación y priorizar fórmulas seguras.
Para los seguidores del mundo del videojuego —desarrolladores, jugadores o creadores de contenido— conviene estar atentos a varios puntos clave. Es posible que veamos menos proyectos originales y más entregas basadas en franquicias conocidas. Los despidos pueden provocar fuga de desarrolladores y pérdida de conocimiento interno. Xbox podría ajustar su enfoque respecto a exclusividades, lanzamientos multiplataforma y la evolución de servicios como Game Pass. Y si los precios suben y la variedad baja, los jugadores podrían mostrar su descontento.
En resumen, la ambiciosa meta de margen de beneficio del 30 % para la división de videojuegos de Microsoft está dejando una huella clara: despidos, cancelaciones y un cambio de rumbo corporativo. En una industria que depende del riesgo creativo y la pasión. Esta estrategia plantea una gran incógnita: ¿puede Xbox mantener su identidad como motor de innovación o se convertirá en un negocio donde solo importa la rentabilidad?

