Viscerafest es un shooter en primera persona que bebe directamente de los clásicos de los años 90, pero lo hace con identidad propia, actitud desbordante y una propuesta pensada para quienes buscan acción sin concesiones. No se trata solo de disparar: es una danza de velocidad, precisión y toma de decisiones constantes en medio del caos.
Combate frenético con ADN retro
Desde el primer minuto, el ritmo es implacable. La movilidad del personaje es extrema: correr, deslizarse, saltar, hacer dashes con invulnerabilidad y golpear cuerpo a cuerpo se vuelve parte de un flujo constante que exige atención y dominio del espacio. Las arenas de combate están diseñadas para fomentar el movimiento constante y castigar la pasividad. Aquí no hay espacio para cubrirse ni para respirar: cada enfrentamiento es una prueba de reflejos.
El arsenal, amplio y contundente, obliga a pensar más allá del gatillo. No basta con disparar: hay que gestionar munición, saber cuándo cambiar de arma y combinar disparos con ataques cuerpo a cuerpo para sobrevivir. La agresividad es premiada, pero siempre bajo riesgo.

Dificultad desafiante, pero ajustable
Viscerafest está pensado para ofrecer un reto considerable. Sin embargo, incluye herramientas que permiten adaptarlo a distintos niveles de habilidad. La posibilidad de elegir entre varias dificultades, los puntos de guardado frecuentes y la existencia de mecánicas como los “iframes” tras los dashes permiten encontrar un equilibrio entre el reto puro y una experiencia más accesible.
La curva de aprendizaje puede ser exigente, pero nunca injusta. El juego pone a prueba al jugador, pero también lo recompensa al dominar sus sistemas.

Una protagonista con carácter y un mundo extraño
Caroline, la protagonista, no es una marine genérica. Es una mujer impulsiva, violenta y con una personalidad que no se esconde. Su actitud irreverente y su diseño exagerado encajan perfectamente con el tono del juego: grotesco, brutal y lleno de humor negro.
El universo de Viscerafest está cargado de extrañeza: criaturas alienígenas, estructuras surrealistas y escenarios que van desde trenes industriales hasta catedrales cósmicas. Hay una historia detrás —algo sobre amor, venganza y caos interdimensional— pero nunca se interpone en el camino de la acción. Los detalles del mundo se descubren si se desea, pero no son obligatorios.
Estética y sonido que gritan “metal pixelado”
Visualmente, el juego apuesta por un pixel art muy marcado, con colores fuertes, enemigos grotescos y animaciones veloces. Aunque algunos sprites pueden parecer algo simples, el conjunto funciona gracias al ritmo visual y a un diseño coherente con su estilo arcade extremo.
La música acompaña perfectamente esta propuesta. Con una banda sonora que mezcla sintetizadores, guitarras pesadas y ritmos agresivos, cada combate se convierte en una experiencia adrenalínica. El sonido refuerza la identidad del juego y contribuye a su atmósfera de locura desatada.

Una propuesta fiel a sí misma
Viscerafest no pretende agradar a todos. Es una experiencia pensada para quienes disfrutan del FPS clásico llevado al extremo. Su identidad está clara: dificultad alta, combate veloz, estética agresiva y una protagonista que deja huella. No innova en todos sus apartados, pero lo que hace, lo hace con convicción.
Es una obra pensada con pasión por el género y que apuesta por la precisión, la velocidad y la actitud por encima de lo convencional. Si te atrae el FPS retro con alma moderna y no te asusta morir unas cuantas (o muchas) veces, este festival sangriento puede convertirse en una de las experiencias más intensas del año.