Zelda a Link to the Past, Final Fantasy VI, EarthBound, Soleil, Secret of Mana, Dragon Quest VI, Light Crusader, Illusion of Time, Chrono Trigger, Terranigma, Landstalker… los juegos de rol aparecidos en consolas de 16bits tienen algo especial para aquellos que alcanzamos la adolescencia durante los años noventa. Sus personajes pixelados hicieron que nos pegásemos durante horas a la pantalla. Decenas de horas viviendo la aventura de un héroe o grupo de héroes que no son nadie y acaban siendo los salvadores del mundo. Estos juegos nos hacían sentir un puñado de emociones gracias los personajes que conocíamos a lo largo de nuestro camino y su forma de relacionarse, se enfadaban, reían, disfrutaban pese a un mundo adverso que les hacía sufrir y hasta llorar. Incluso encontraban el amor. Eastward nos lleva de vuelta a esos años. Y lo hace muy bien.
Belleza pixelizada
Los creadores de Eastward podrían haberse limitado a homenajear a todos esos clásicos RPGs que pudimos jugar en las consolas de 16bits, pero han hecho algo mucho mejor. Han evolucionado el género adaptándolo a la actual generación de ordenadores y consolas. Sin millones de polígonos ni reflejos con Ray Tracing, pero con uso de las capacidades actuales para hacer otras chuladas gráficas. Por ejemplo todas las animaciones tan detalladas y llenas de cuadros de animación que luce Eastward sería imposible meterlas en un cartucho de la época. Lo mismo se puede decir de sus melodías y escenarios.
Además goza de unos efectos de iluminación en tiempo real que… que no, que la misión de Eastward no es empujar el límite gráfico de las consolas actuales. El juego de Pixpil es una auténtica preciosidad, con un pixelart hecho con tanto detalle como amor que nos coge la mano y nos lleva hasta nuestra adolescencia. Es un título que contiene centenares de guiños a esa época tan mágica y a la vez tiene una entidad propia que saca la cabeza por encima de la nostalgia.
Mad Max Cuqui
La historia de Eastward nos lleva a un futuro postapocalíptico en el que lo que queda de humanidad vive refugiándose como puede del miasma, una neblina que destruye a los seres vivos y los convierte en seres oscuros sedientos de sangre. ¿Zombis? Bueno sí… en una especie de zombis. Pero más cuquis. Porque en Eastward todo es cuqui, también los enemigos más terroríficos.
Las ciudades que visitamos en Eastward son un canto de libertad y esperanza pese a la adversidad. El comportamiento de los supervivientes es constantemente un contraste de alegría sobre el futuro tan negro en el que viven. A lo largo de la aventura encontramos personajes carismáticos y entrañables que viven en un mundo postapocalíptico. Habitan casas hechas con los restos de nuestro mundo y sobreviven con las migajas que recogen. Pero rebosan vida y alegría. Encuentran tiempo para pasarlo bien, para jugar a videojuegos, hacer fiestas e incluso enamorarse.
Sonrisas y lágrimas
Pero en cualquier guión de juego JRPG llega el momento triste, la irremediable pérdida de compañeros a manos de un ente superior al que debemos hacer frente. En Eastward no tenemos claro desde el principio a qué nos enfrentamos. Ni siquiera utiliza la típica excusa del muchacho de un pueblo pequeño que coge una espada y parte en pos de eliminar el mal. Sus protagonistas van siendo víctimas de las circunstancias y tienen que moverse de un sitio a otro en contra de su voluntad. Siguiendo la ruta de un tren que aún funciona. Mientras conocen gente y se meten en aventuras vamos conociendo la causa de todo mal.
Los protagonistas de esta maravillosa historia son John y Sam. El primero cumple la misión de ser nuestro avatar. Un tipo callado como Link, que va viendo como la historia va acumulándose frente a sus ojos. Fue él quien rescató a la pequeña Sam, auténtica protagonista de la aventura, y el que hace las veces de su protector y figura paterna. Esta vivaracha pequeña de largo pelo blanco es quien hablará con los habitantes de las urbes y también la que esconde el secreto que va provocando que avance la historia.
Puzles y sartenazos
Ya sabemos que Eastward es adorable, que nos lleva a otro tiempo y que nos toca la patata. Y eso para convertirse en un título sobresaliente es fundamental. Pero los cimientos de un juego son cómo se juega. Qué es lo que hacemos entre una conversación y otra. Pues también es un apartado muy cuidado.
De entre las dos vertientes de los JRPG de 16 bits, acción y estrategia por turnos, Eastward ha elegido las dos. Para qué conformarse con menos. Durante el juego principal, en el que alternamos el uso de John y la pequeña Sam, nos defendemos de los enemigos a base de sartenazos, hechizos y diferentes armas de fuego. Aquí se apuesta por el Action RPG, al estilo de Soleil o Secret of mana. Acción directa mezclada con puzles que nos hacen usar las diferentes habilidades de ambos personajes. Hay ciertos momentos en los que el ingenio de los creativos de Pixpil luce sobremanera. En estos pasajes John y Sam deben recorrer caminos paralelos separados por obstáculos físicos pero muy cercanos y deberán colaborar para seguir avanzando.
Earth Born
El otro tipo de jugabilidad en los primeros noventa era el combate por turnos, representado por Dragon Quest y Fantasy Star, y esto también lo podemos encontrar en Eastward. Más concretamente en ciertos puntos del juego en el que aparecen consolas retro en las que podemos introducir una tarjeta de memoria que adquirimos al principio de la aventura. Así podremos olvidarnos un rato de la historia principal y disfrutar de Earth Born: un videojuego que imita sin ningún tipo de tapujos a Dragon Quest. Incluso los personajes tienen cierto aire toriyamesco.
La historia que vemos en Earth Born no se entremezcla de ninguna manera con la de Eastward y podemos pasar completamente de las consolas repartidas por el juego. Es sólo un juego dentro de un juego y podemos teminar el título principal sin el secundario… pero… es necesario superarlo para ver un final especial. Avisados estáis.
Para terminar
Eastward llegó a las tiendas en septiembre de 2021 y recuerdo perfectamente tener varias veces su versión para Switch en la mano. Qué portada más horrorosa, recuerdo haber pensado. Así que lo dejé en la estantería. Y es que esa carátula con Sam a lo Chicho Terremoto no le hace ninguna justicia a hermosura que esconde dentro. Si no llega a ser porque alguien me lo recomendó hace un par de meses y luego lo vi dentro del catálogo de Xbox Game Pass nunca habría jugado a esta pequeña joya. He notado también que los jugadores con los que tengo relación se han hecho con una copia para disfrutarlo a posteriori o lo están jugando ahora mismo.
Me atrevo a decir que Eastward es un título cuya fama está creciendo paulatinamente con el boca a oreja. Os aseguro que esta producción de los chinos Pixpil merece la pena ser jugada por todo el mundo, así que aquí está mi granito de arena en su éxito. Si lo habéis jugado ya o está en vuestro radar: mi enhorabuena. Si aún no has reído y llorado con las andanzas del uraño John y la pequeña Sam: ya estás tardando.
Te gustará si: Jugaste a los juegos de rol de Super Nintendo y MegaDrive y te marcaron.
No te gustará si: Estás vacío por dentro.