Hace dos años que probamos Oculus Rift. Un sistema de realidad virtual que bien podría ser compatible con Xbox One. Pero el sistema sigue en desarrollo y solo está disponible como kit para quien quiera investigar… o presumir delante de los amigos. Sin embargo, el camino de este dispositivo ha sido una carrera de bólidos en la que parecía estar solo. Algo que ha cambiado hace apenas una semana, cuando nos hemos topado con los planes de Sony y su Project Morpheus.
En la Games Developers Conference 2014 de esta semana hemos visto gafas de realidad virtual, accesorios y contenidos para estas. Hemos descubierto que lo de los años noventa no se quedó ahí. Que aquellas máquinas recreativas, películas como El cortador de césped o los simuladores de la NASA, sencillamente, cambiaron de ambiente. Que las VR han seguido su evolución y, hace muy poco, han visto reducido su coste a una pequeña fracción. Justo lo que necesitan para llegar a todos nosotros y salir de los laboratorios.
La explosión que ha causado Oculus Rift, con su campaña en Kickstarter, ha sido el detonante. Ha hecho que otros proyectos salgan del anonimato y, fíjate, hablamos de ello en una web de Xbox. Incluso Microsoft parece tratar el tema sin miedo, a pesar de no ofrecer algo sólido, de momento.
Con Xbox, llevamos más de un año junto a las palabras Fortaleza y realidad aumentada. Sin embargo, la consola no ha salido al mercado con nada por el estilo. Solo tenemos una versión nueva de Kinect, a la que le sacamos menos provecho que a la anterior, a falta de software. Pero, quizá, el dispositivo sea la clave para hacer de Xbox One un centro de realidad virtual muy distinto de los demás.
Fabricantes como Oculus hablan sin problema de cómo desean que Microsoft se una a su proyecto. No dan detalles, pero parece que no hablamos de algo cerrado, limitado a los ordenadores. Incluso hablan de móviles compatibles, con lo que Xbox One merece ser una opción muy válida para meternos en mundos irreales… o aumentados.
En la GDC se han mostrado proyectos como la última versión de test de Oculus Rift. Una que lleva la resolución hasta los 1080p y que añade una cámara para detectar movimientos. Mientras, con PS4, su sistema parece una copia en muchos aspectos, aunque desde Sony dicen que llevan cuatro años detrás de la idea. Otros contendientes, como The Cortex de Sulon, se basan en una realidad aumentada a base de cámaras que nos hacen ver un mundo modificado. Incluso hay sistemas en los que ponemos el móvil y un sistema de espejos nos mete en medio de esa acción, que no llega a la inmersión de Oculus Rift o Project Morpheus. Aunque no dejan de ser interesantes.
En cuanto a accesorios, las bases móviles, los sistemas hidráulicos, los mandos de control… todo lo que haya cerca vale para que nos creamos que interactuamos con esos mundos virtuales. Pero, de momento, el único precio que tenemos y la única realidad son los 350 dólares del kit de desarrollo para Oculus Rift. Una cantidad que parece ridícula cuando miramos lo que ofrecían este tipo de productos hace apenas un lustro y qué características tenían.
Quizá estemos ante la llegada de otra forma de aislarnos o de divertirnos. Una en la que las gafas de realidad virtual sustituyan totalmente a las consolas portátiles, con la potencia de una sobremesa y la inmersión que no da ni el mejor de los televisores 3D. La buena noticia es que, quizá, solo tengamos que esperar un año y medio más para ver las VR soñadas en nuestras casas, por menos de lo que cuesta una consola recién salida del horno. ¿Quizá una Xbox One con realidad aumentada y virtual, gracias a Kinect y Oculus? Por soñar…
Hace tiempo salió una patente registrada de Microsoft que mostraba unas gafas y un casco para gaming. Se está preparando algo muy interesante.