Ser camarero es un trabajo que te tiene que gustar, dice el acervo popular. Aunque más que la sabiduría del pueblo el que lo suele decir es tu cuñado, ese que no se ha puesto tras la barra de un bar en su puta vida. Tras muchos años siendo camarero y hostelero os puedo decir que es un trabajo como otro cualquiera, pero tienes que aguantar gente dando consejos y opinando sobre todo lo que haces, por supuesto sin saber de qué hablan. Eso es lo realmente duro de trabajar de cara al público: el público.
Por eso nunca os aconsejaría trabajar de camarero si no tenéis respuesta rápida para todo tipo de necedades. Pero sí puedo deciros que juguéis a Pixel Cafe que, por suerte, no es un simulador realista de aguantar gilipollas tener un bar.
La historia de Pixel Cafe
Baltoro Games, padres de Pixel Cafe, definen su nuevo título como un juego que combina la estrategia empresarial con la novela gráfica. Esto puede llevar a que muchos jugadores se retiren inmediatamente de él por el estigma de tener que leer toneladas de textos que conlleva el género de las visual novel.
Tranquilos, Pixel Cafe no os va a aterrorizar con pantallas llenas de letras. La historia principal se desarrolla a partir de animaciones que contienen conversaciones muy cortas, sobre todo si las comparamos con lo habitual en el género. Si sois de los que os cansáis ante la lectura de un libro podéis jugarlo de principio a fin sin que cuente como deberes. Y luego podéis leer un libro por placer.
Pixel empieza una nueva vida en la casa en la que un día vivieron sus ya fallecidos abuelos. Un hogar en otra ciudad distinta a la que le ha visto crecer, que alberga recuerdos entre sus cuatro paredes. A medida que vamos completando el juego conoceremos la historia de tres generaciones de una misma familia contada a través de los recuerdos de la protagonista. Pixel Cafe tiene una narrativa con algunos momentos muy emotivos que se nos quedarán grabados. También tiene algunos altibajos de interés que, por suerte, se superan gracias a su parte jugable.
Media jornada, doce horas
Si la narrativa se hace con la parte emocional, la otra parte de Pixel Cafe, la de servir cafés y comida, es la que se lleva el total de la parte lúdica del juego. Y es una parte que engancha desde el principio. La idea es muy simple: los clientes se acercan a la barra a pedir y nosotros preparamos el pedido y lo servimos en el menor tiempo posible.
Si piden un café y un gofre con mermelada pulsamos el gatillo de la cafetera y, mientras se llena la taza, pulsamos el analógico izquierdo para poner un plato y el analógico derecho para colocar un gofre sobre él. Buscamos el tarro de mermelada entre los ingredientes, pulsamos A para elegirla y otra vez A para verter un poco sobre el gofre y otra vez para dárselo al cliente. Entonces pulsamos el gatillo para coger el café y A de nuevo para dárselo al cliente.
Sencillo pero a la vez complicado porque tenemos que darle a un botón por cada pequeña acción. Luego la cosa se complica al tener que servir en varios puntos de la barra, con muchos clientes a la vez y, para terminar de complicarlo todo, cada vez aparecen más ingredientes en escena. A lo largo de la partida cambiamos de lugar de trabajo pero eso sólo es una excusa para cambiar el decorado de un club nocturno a un parque, más tarde una calle navideña, una playa…
Tú déjate llevar
Cada vez que cambiemos de día podremos entrar en la parte de mejora del negocio: cafetera para dos cafés a la vez, más sitio en el mostrador para dejar diferentes platos, etc. Y cada vez que tengamos un día descanso podremos mejorar nuestra casa, lo que repercutirá en la felicidad de Pixel y, por lo tanto, en su capacidad para trabajar.
A medida que pasan los días y avanzamos en los diferentes trabajos de nuestra protagonista la dificultad aumenta, los pedidos son más grandes y complicados, los clientes se amontonan y se vuelven más impacientes. Si no hemos aumentado las capacidades de Pixel y mejorado nuestro lugar de trabajo puede ser muy agobiante, pero en realidad no ocurre nada si la liamos un día porque en todo momento podemos repetir una jornada. El truco está en que cada vez tendremos los mismos clientes con los mismos pedidos, con lo que podremos tener preparada la comanda antes de que lleguen.
Así que en realidad Pixel Cafe no nos intenta agobiar, lo que pretende es que pasemos un rato pensando en otra cosa. Al final cada partida con Pixel Cafe termina siendo una experiencia relajante, como decía esa gran humorista: una relaxing cup of café con leche para que nos olvidemos de nuestra vida real. Seguro que muchos días te hace falta.
En resumen
Pixel Cafe se presenta como un juego relajante con una historia profunda y un pixelart de ensueño. A esto hay que sumarle una historia que, si bien flojea en algún momento, termina presentando momentos muy emotivos en la historia de una familia. Diez horas de una bonita historia y una experiencia jugable a la que podemos volver siempre que queramos. Todo con una enseñanza de fondo que te servirá en la vida real: no seas camarero o acabarás odiando a la gente.
Te gustará Pixel Cafe si:
- Adoras el pixelart y las buenas melodías relajantes.
- Quieres vivir una buena historia.
- Te gusta la jugabilidad de malabares propia de las maquinitas LCD.
- Tienes trece euros para gastar y no sabes en qué.
No es para ti si:
- Prefieres los juegos llenos de acción.
- No tienes corazón.
He servido cafés y tortitas hasta tener ganas de repartir tortas con Pixel Cafe y una Xbox Series X, todo gracias al código de prensa suministrado por Baltoro Games a través de Starfall PR.