Magos, oleadas y cooperativo: así se juega The Spell Brigade

The Spell Brigade es un roguelite cooperativo de acción mágica que apuesta por la diversión directa y la rejugabilidad.

Desde que arranqué mi primera partida en The Spell Brigade, supe que estaba ante uno de esos juegos que no necesitan grandes presentaciones para atraparte. Es directo, frenético y encantadoramente caótico. Entras, eliges a tu mago, y te lanzas a eliminar hordas de enemigos con hechizos automáticos que se disparan sin parar. Nada de cinemáticas eternas ni narrativa densa: aquí la acción manda.

Y eso, para mí, es parte de su encanto. Hay días en los que no quiero pensar demasiado, solo quiero lanzar rayos, esquivar bichos gigantes y subir de nivel como si no hubiera un mañana. The Spell Brigade entiende perfectamente ese tipo de necesidad lúdica.

El núcleo jugable es sencillo: te mueves con dirección libre, los hechizos se disparan solos, y vas recogiendo experiencia para mejorar tus habilidades. Pero lo que parece básico se va enriqueciendo con mecánicas que te obligan a pensar. Los augmentos que desbloqueas al completar objetivos temporales no solo aumentan el daño, sino que pueden cambiar por completo tu estilo de juego. Por ejemplo, convertir el daño de fuego amigo en curación, o añadir efectos elementales como hielo, ácido o rayos encadenados.

La variedad de enemigos también obliga a adaptar tu estrategia. Algunos explotan al morir, otros curan a sus aliados, y otros simplemente te aplastan si no estás atento. Me encantó cómo el juego te empuja a usar el entorno —como géiseres explosivos o esquinas estratégicas— para sobrevivir. Y cuando juegas en cooperativo, todo se multiplica: la dificultad escala, los roles se definen mejor, y la coordinación se vuelve clave.

Eso sí, el juego tiene una curva de entrada algo brusca. No hay tutorial claro, y muchas mecánicas se descubren por ensayo y error. Entender cómo funcionan los elementos, cuándo aparecen los relicarios o cómo desbloquear ciertas skins puede ser frustrante al principio. Pero una vez que te adaptas, el juego fluye.

Visualmente, The Spell Brigade apuesta por un estilo anguloso y colorido que recuerda a los juegos indie más desenfadados. Los escenarios tienen lo justo para ser interesantes sin distraer, y los magos están diseñados con un carisma que me hizo querer desbloquear todos los skins. El de Aldric con cuernos, por ejemplo, fue una obsesión personal.

La música, en cambio, no me impresionó tanto. Tiene riffs simpáticos y una versión más intensa para el jefe final, pero en general la banda sonora pasa desapercibida. Lo que sí funciona muy bien son los efectos de sonido: los gruñidos, chillidos y pisadas de los enemigos son claves para anticipar ataques, y en las fases más caóticas ayudan a mantener el control.

Entre sus puntos fuertes destaco:

• Altísima rejugabilidad gracias a la variedad de magos, hechizos y augmentos.
• Cooperativo bien planteado, con dificultad escalada y roles definidos.
• Sistema de progresión que te invita a desbloquear contenido constantemente.
• Ideal para sesiones rápidas o maratones con amigos.

¿Dónde puede mejorar?

• Necesita un tutorial o menú de referencia más claro.
• La música podría tener más variedad o impacto.
• Las diferencias estadísticas entre magos no siempre se sienten.

En resumen, The Spell Brigade es uno de esos juegos que no pretende reinventar el género, pero sí lo abraza con entusiasmo y personalidad. Es ideal para sesiones rápidas o maratones con amigos, y tiene ese “una más y me voy” que tanto valoro. Si los desarrolladores siguen puliendo detalles y añadiendo contenido, puede convertirse en un referente dentro del bullet heaven cooperativo.

Recomendado para fans del roguelite cooperativo, jugadores que buscan acción mágica sin complicaciones, y amantes de los juegos con progresión constante.