Cuando me lancé a jugar King’s Blade, inspirado claramente en clásicos como Golden Axe y Streets of Rage y con guiños al universo de Conan el Bárbaro, pensé que encontraría un homenaje nostálgico, y vaya si lo es. Desde el primer golpe, la propuesta me atrapó: combates contundentes, ambientación oscura y una estética 2D dibujada a mano que se siente retro y actual al mismo tiempo. Un juego indie a destacar realizado por el solodev Alexey Suslin.
Lo que me conquistó
El sistema de combate es sorprendentemente profundo para el género beat ’em up. Las combinaciones de ataques, el uso de armas del entorno, hechizos y las técnicas especiales hacen que cada enfrentamiento parezca una coreografía bien ejecutada. Frenético, sí, pero también estratégico.
También es destacable la posibilidad de jugar en cooperativo local con hasta cuatro personas —o sumarle aliados controlados por IA— algo que es fundamental para un juego del género beat’em up. Cuando jugué con amigos, esos momentos de todos contra todos se volvieron pura diversión compartida.
La variedad de héroes —seis en total— y doce niveles repletos de bifurcaciones secretas mantienen la experiencia fresca y motivan a rejugar para continuar explorando. Todo esto se magnifica gracias al hecho de que cada personaje tiene un estilo muy diferente. El arte me pareció un elemento destacable. Aunque el estilo de marioneta de cartón al estilo Ghosts ‘n Goblins Resurrection no es algo que entre fácil, finalmente se agradece por lo diferente que es.
Lo que me dejó con ganas
Por supuesto, ningún juego es perfecto. Noté que el movimiento de los personajes puede sentirse algo lento en determinados momentos. La falta de opciones defensivas —como un dash, rodar o parry— hace que ciertos enemigos rápidos o proyectiles resulten frustrantes. Es precisamente en esos instantes donde el ritmo del juego baja un poco y se siente que le falta agilidad.
Además, algunos niveles se alargan más de lo esperado; creo que una mecánica como un botón de correr podría mejorar esa sensación de duración extensa. También me hubiese gustado tener la opción de añadir sangre o gore, algo que encajaría muy bien con la estética oscura y haría más visceral el combate.
En resumen
King’s Blade es una declaración de amor a los beat ’em up clásicos, pero con una propuesta visual y de combate que se siente actual y cuidadosa. Jugarlo en cooperativo con amigos es pura dulzura; la coordinación, las risas, los golpes sincronizados… todo funciona. Ahora bien, si buscás que la acción sea más frenética o tener más herramientas defensivas, puede que te quedes con ganas de un par de añadidos.
Dicho eso, me encontré disfrutando cada golpe, cada combo, cada nuevo héroe desbloqueado. El diseño artístico, el sistema de combate sólido y ese ambiente épico lo convierten en una experiencia memorable.
Recomendado si te gusta el género clásico con un toque moderno (y no te asusta la ausencia de esquiva rápida).