Con una actualización, que está prevista para dentro de pocas semanas, Xbox One dejará de usar Kinect como elemento inseparable de su campaña de lanzamiento. Pero, ¿qué pasa si desconectas el dispositivo de tu consola, aparte de reducir el consumo eléctrico?
La respuesta, para quien no lo haya probado aún, es que podemos jugar perfectamente, navegar por los menús y usar las funciones propias de una consola de videojuegos. La diferencia más notable, a simple vista, es un icono que nos indica la ausencia de Kinect en la esquina superior derecha de la pantalla. Esto y que títulos como Fitness o Sports Rivals mostrarán un mensaje del estilo «Este juego necesita Kinect para funcionar». Lo mismo pasa con la videoconferencia, que no funciona, pero aún podemos usar el Communicator para las charlas de voz.
Todo lo dicho echa por tierra la afirmación de que «Xbox One necesita Kinect para funcionar». Así que seguramente, cuando llegue la actualización y los packs de Xbox One sin Kinect, veremos que desaparece ese icono de la parte superior de la pantalla o que queda relegado a una presencia anecdótica.
¿Qué perdemos realmente al desconectar Kinect en estos momentos? Lo mejor es hacer la prueba, si es que aún lo tienes conectado a tu consola. Si te habías acostumbrado a usar funciones como Game DVR, decir lo de «Graba eso» o que tu perfil se cargara nada más pasar por delante del dispositivo, notarás que falta algo. La verdad, te acostumbras a algunas cosas que sí hace bien Kinect, aunque sean tan pocas que no nos hayamos encariñado mucho del dispositivo.
Ahora que Kinect ha dejado un hueco de obligación, al menos como accesorio inseparable de cada Xbox One vendida, ¿Seguirás usándolo? ¿Crees que el esfuerzo de Microsoft para ver el dispositivo como parte de la consola ha sido poco? ¿Piensas que la inversión en Kinect debería haber ido a mejorar la potencia gráfica de Xbox One y sus capacidades como consola, además de dispositivo multimedia? ¿Ves la bajada de precio suficiente?