Primer contacto con Nova Antarctica

Con este avance de Nova Antarctica nos situamos en un futuro lejano, año 2917, con un escenario helado y desolado. La propuesta de Rex Labo, estudio japonés con sede en Tokio, combina mecánicas de supervivencia con un estilo artístico minimalista. El objetivo es claro: sobrevivir hasta alcanzar el Polo Sur. Sin embargo, el camino está lleno de obstáculos, desde tormentas de nieve hasta la gestión de energía, resistencia y recursos limitados.

Nos topamos con un continente hostil tras navegar rumbo al Sur en una lancha. La misión inicial parece sencilla, pero pronto descubrimos que cada paso exige planificación. Recolectar madera, metales y otros materiales permite elaborar planos y fabricar objetos, empezando por picos e inyecciones. Escanear elementos desbloquea nuevas recetas, aunque la capacidad de carga es reducida y obliga a priorizar. Esa limitación genera una tensión constante. Debes decidir qué llevar y dejar atrás, sabiendo que un error puede costar la partida.

La interfaz ofrece tutoriales al comienzo como los que vemos en el vídeo de arriba. Pero pronto desaparecen y la gestión de sistemas se vuelve compleja. La barra de energía del traje desciende de forma continua, acelerándose bajo condiciones extremas. Fabricar kits de recarga resulta vital, aunque su coste en recursos es elevado. La resistencia se consume con acciones básicas como correr o saltar, lo que añade otra capa de dificultad.

La exploración es esencial. Cuanto más tiempo permanecemos en un área, más riesgo hay de perder todo el progreso por culpa del clima. Sin embargo, las recompensas de un saqueo exitoso compensan el peligro. En una partida podemos acumular un buen arsenal de materiales, pero una tormenta repentina nos obligará a gastar casi todo para regresar a salvo. Esa dinámica refleja la dureza del entorno y la fragilidad de cada avance.

El ritmo del juego es pausado. El movimiento del personaje resulta lento incluso al esprintar. Recoger objetos exige pulsar el botón una vez tras otra, igual que picar rocas. Cuando hay decenas de objetos en un área, la repetición se vuelve tediosa. El sistema de menús tampoco ayuda mucxo. La elaboración de objetos carece de descripciones claras, algo a implementar sobre esta versión en desarrollo. Los vídeos explicativos tampoco aportan suficiente información. El menú radial se cierra tras cada acción, obligando a abrirlo de nuevo. Esa fricción resta fluidez y puede desanimar, pero ya decimos que es un juego por terminar. Seguro que todo esto cambia a mejor antes del lanzamiento.

Lo que sí hace ya Nova Antarctica es transmitir una atmósfera única. La dirección artística aporta un minimalismo que contrasta con la dureza del entorno. La banda sonora acompaña el viento helado y hace de contrapunto a la tensión. No es un juego de miedo o con excesivo misterio, sino una experiencia más visual. El protagonista, vestido como astronauta, avanza entre restos de presencia humana y conecta con otros seres vivos que nos acompañan en momentos inesperados. Esa chispa de esperanza, como una llama que resiste el frío, aporta calidez emocional.

El título tiene ya una demo y estará disponible en Steam. La propuesta se dirige a quienes disfrutan de juegos de supervivencia con algo de crafteo. No abruma con cientos de objetos ni especificaciones técnicas, pero sí exige paciencia y constancia. Los escenarios, aunque no muy variados, evitan la sensación de repetición. Cada área abre un universo con huellas de un pasado que invita a investigar.

El avance deja claro que Nova Antarctica no es para todo el mundo. Los controles y la interfaz poco intuitiva pueden frustrar, al menos hasta que sus desarrolladores le den los retoques finales. Sin embargo, quienes valoren la exploración meticulosa y el desafío de sobrevivir en condiciones extremas encontrarán una experiencia intensa. El juego refleja la lucha entre fragilidad humana y naturaleza implacable. Tú decides si merece la pena resistir y descubrir qué secretos aguardan en el Polo Sur.