21 noviembre, 2024

Análisis de Slay the Spire: la terrorífica historia de una adicción

Slay the Spire

La habitación es oscura y fría pero es la primera vez en meses en la que siento algo de claridad en mi mente. Las miradas de todos aquellos que me rodean me animan a confesar. Siento que este grupo de desconocidos me conoce mejor que mi propia familia, de forma que me pongo de pie y abro mi corazón:

– Me llamo José Manuel y soy adicto a Slay the Spire.

Slay the Spire XboxManiac es

– Hola, José Manuel. No estás solo.

– Acabo de lanzar la Switch al río para no volver a jugar y siento que no sé qué hacer con el resto de mi vida. Ayudadme, por favor. Necesito vuestro consejo.

– Tranquilo, José Manuel. Slay the Spire ha entrado en el catálogo de Game Pass.

– ¿Cómo?

– Lo puedes jugar en Xbox o en un PC con Windows. Incluso en tu móvil o en tu tele puedes seguir jugando a Slay the Spire gracias al servicio Xbox Cloud. Es muy fácil. No te preocupes, José Manuel. Si tienes Game Pass puedes seguir escalando la aguja sin coste extra alguno y en cualquier parte.

– ¿Esto no es una reunión para dejar de jugar a Slay the Spire?

Slay the Spire

La hasta entonces silenciosa y fría sala se llena de las carcajadas de todos los presentes. Miro a mi alrededor, busco un lugar en el que fijar la vista pero mire a donde mire sólo veo la dura mirada de uno de esos locos. Noto una brisa cálida proveniente de mis contertulios. Incluso diría que tal sonido de risas no puede venir tan sólo de los presentes. Es como si decenas de personas estuviesen festejando a gritos mis palabras, aunque delante de mí hay sólo un puñado de individuos.

– No, no… -las risas cesan de golpe y todos los rostros presentan una seriedad sepulcral como si no hubiese pasado nada- No, José Manuel, nadie deja de jugar a Slay the Spire.

– ¿Por qué dejar de jugar a Slay the Spire? -añade otro- Es un juego muy entretenido.

– Si estás aburrido echas una partidita y ya está. No haces daño a nadie. -concluye un tercero.

– Es el juego del diablo, -les digo rompiendo a llorar- no puedo pensar en otra cosa que no sea en él.

De nuevo la habitación se llena de un jolgorio estremecedor y una luz roja comienza a llenar el ambiente. Tengo que estar volviéndome loco. Salgo corriendo, empujando a los vociferantes seres que me rodean y alcanzo la puerta mientras siento cómo el suelo bajo mis pies comienza a ser menos tangible de lo normal. En qué momento empecé a jugar a Slay the Spire, malditos sean Humble Games por hacerlo llegar a mis manos y MegaCrit por haberlo creado.

Slay the Spire

Slay the Spire se deja jugar

Mientras corro por la calle bajo la luz de la luna me viene a la mente la primera partida que jugué, el origen de mis pesadillas. Comienzas a jugar con el Blindado, porque es el único personaje que te permiten elegir. Ahora entiendo que es el personaje más sencillo de usar, el que más vida tiene al comenzar y además tiene una reliquia que le cura un poco de salud entre combates.

Slay the Spire te explica los cuatro conceptos básicos en la primera partida, es un título extremadamente amable con el jugador. Cierto… siempre me ha tratado muy bien. La curva de aprendizaje es poco pronunciada y te anima a continuar, pese a que su dificultad se dispara rápido al alcanzar el primer jefe de nivel. Está escrito que mueras con rapidez tras aprender a controlar el sistema de cartas. Y en la siguiente partida se te ofrece un nuevo personaje muy diferente al anterior. Y al terminar una partida con él aparece el tercero. Los tres personajes base son realmente diferentes entre sí, la variedad hace que cada partida sea diferente y que nunca te aburras. Nunca te aburres… es verdad… cada partida es una experiencia diferente.

Cada personaje tiene sus propias cartas, adaptadas a cada clase y cada uno de ellos puede crear sus mazos de diferentes formas. Por ejemplo el Blindado empieza cada partida con cartas de bloqueo y ataque simples. Según vamos escalando por la aguja nos ofrecen nuevos naipes de ataque, bloqueo o agotamiento. Agotar en Slay the Spire significa descartar bazas, algo que en principio suena negativo pero que según escaléis la aguja entenderéis mejor. ¿Entenderéis mejor? ¿Con quién estás hablando, José Manuel?

Slay the Spire

– Oiga, ¿ha visto esto?

Oír esa voz me devuelve al mundo real. Me detengo en seco y miro a mi alrededor, me encuentro en una calle vacía y mal iluminada. No me suena nada de lo que me rodea, me he perdido. La voz que me ha despertado es la de un kiosquero que oculta su rostro tras el número de este mes de la SuperJuegos. La tenue luz azul de su garita tiñe de añil sus manos, su ropa y el resto de prensa disponible.

– Disculpe, ¿me puede decir dónde estoy?

– Claro, joven, se encuentra usted exáctamente delante de mi kiosco. Como le iba diciendo, ¿ha visto esto? «Los mejores jugadores de Slay the Spire aconsejan no recoger todas las cartas que se le ofrecen durante el ascenso de la aguja, un mazo pequeño siempre es mejor». Eso es lo que haces mal, José Manuel.

– ¿Quién… quién es usted?

El tendero baja la revista y noto que cada latido de mi corazón martillea mis sienes con una fuerza brutal. No puede ser lo que estoy viendo. El mercader de Slay the Spire es un personaje de ficción, no puedo estar hablando con él. Todo mi mundo gira y se vuelve cada vez más borroso mientras caigo al suelo.

– Nadie abandona la aguja, José Manuel.

Slay the Spire

Asaltar la aguja no es fácil

Pero es muy satisfactorio. Cuando llevas las suficientes partidas a Slay the Spire ya te sabes de memoria los patrones de cada enemigo y cómo contrarrestarlos. En realidad hay muchas formas, casi tantas como jugadores. Según el personaje que llevemos y el tipo de cartas que gustemos acumular tendremos unas u otras tácticas con cada enemigo. Aún así la partida será diferente cada vez, puesto que el camino para ascender por el torreón se genera aleatoriamente, así como los encuentros y los premios que obtenemos.

Para empezar tendremos varios caminos que se entrecruzan y que contienen varios iconos. A saber: encuentros normales, encuentros con enemigos élite, hogueras, tiendas e interrogantes. En las hogueras se nos ofrece recuperar salud o mejorar uno de nuestros naipes. Debemos elegir entre los diferentes senderos y ascendemos hasta el siguiente icono. Así cada vez que salgamos de un encuentro y pudiendo cambiar de senda al llegar a los múltiples cruces. De esta forma podemos elegir caminos fáciles o complicados pero llenos de nuevas cartas y objetos de mejora.

Los interrogantes pueden ser una minihistoria de la que salimos jodidos o con alguna mejora aleatoria. O con una mezcla de ambas cosas, perder vida o alguna ventaja a cambio de obtener una mejora es algo muy común dentro de Slay the Spire. Todos estos sinuosos caminos llevan inevitablemente a un enemigo final en cada uno de los pisos de la aguja, enemigos que no son nada fáciles de vencer y que nos otorgarán objetos muy interesantes.

El meollo, lo de las hostias

Pero el grueso del juego son, por supuesto, los combates. Aquí es donde está el meollo de Slay the Spire, la base de toda la adicción que crea este título. Se tratan de combates por turnos en los que usaremos las cartas de nuestro mazo según nuestras posibilidades. Cada naipe consume un número de energía por cada uso y nuestro personaje inicial tiene tan sólo tres puntos de energía por combate. Debido a esto debemos escoger con frialdad cada una de las figura que incluimos en nuestra baraja, porque una vez que entran es muy difícil sacarlas.

Las posibilidades que ofrecen estas cartas son casi infinitas y, como buen roguelike, se resetean en cada partida por lo que hasta qué altura de la aguja escalemos dependerá de nuestra experiencia en el título, pero también de la suerte. Une esto a que las partidas pueden ser muy rápidas y tendrás un pozo de horas del que no podrás escaparte tras un par de partidas.

Ah, me he dejado uno de los iconos que pueblan los caminos de Slay the Spire: las tiendas. Aquí podemos comprar cartas y otros objetos que mejorarán a nuestro personaje durante el resto de la partida o sólo en un momento dado. Toda esta mercancía está esparcida encima de una manta que ha colocado cuidadosamente el mercader… ese ser de piel azul con la cara tapada por una máscara blanca, el mercader… ¿y esa luz?

– José Manuel, ha venido su familia a verle.

Despierto sobresaltado, un fuerte olor a limpieza asalta mis fosas nasales. Estoy rodeado de luz blanca y claridad. Tardo unos segundos en comprender que me quien me habla es un sanitario uniformado de verde. Estoy en la cama de un hospital, todo ha sido una pesadilla. Qué alivio.

– ¿Perdone?

– Su familia. Su mujer y sus hijos están preocupados por usted. Mire, ya están pasando. Cuidado, no se incorpore muy rápido.

– ¿Qué es lo que me ha pasado? No recuerdo nada.

– Cariño, la policía te ha encontrado esta mañana tirado en el puente. Creen que te han robado, aunque tenías la cartera, las llaves, el móvil… Lo único que echo en falta es la Switch. Por cierto, tus hijos te han traído algo para que te recuperes más rápido.

– Toma papá, tu portátil con el Game Pass. Te hemos descargado Slay the Spire.

– Tienes que seguir asaltando la torre, papá.

– Debe usted jugar a Slay the Spire para ponerse sano, José Manuel. Si se acaba la batería del portátil puede usted seguir jugando en la tele de la habitación, lo tenemos todo preparado.

– Nadie deja de jugar a Slay the Spire, cariño. Es un juego genial.


Te gustará si:

  • Te gustan los juegos de cartas tipo Magic The Gathering.
  • Buscas algo que sustituya al tabaco, anfetaminas, opiáceos o cualquier otra sustancia adictiva.
  • Lo juegas un rato. Tras la primera dosis serás un adicto de por vida.

No te gustará si:

By Ché Sáez

Maestro del hipérbaton, señor de las bestias, inventor del humor sin gracia, dixlésico y taaa...rtadmudo.

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