Días que han parecido semanas, semanas que han parecido meses, meses que… ya me entendéis. La espera para la salida a la venta de Abathor se nos ha hecho larga a todos los amantes del píxel y el aporreo de botones. Pero ya está aquí, por fin podemos disfrutarlo en primera persona.
¿Merece la pena? ¿Es mejor que su fabulosa demo? ¿A cuánto equivale un sestercio? ¿Debo correr a comprarlo en Steam? Sí, sí, 2’66 euros y sí. Os lo cuento.
La nostalgia, ese sentimiento
Durante las décadas de los ochenta y noventa podías columpiarte en parques llenos de gravilla, ser acosado en clase por ser diferente, patear jeringuillas usadas en la playa y escuchar Mecano en la radio y tele. Sí, amigos, los años ochenta eran una puta mierda. Los recordamos como algo guay porque por aquel entonces aún teníamos pelo en la cabeza y podíamos levantarnos del sofá sin emitir quejidos y chasquidos.
Pero sí que es verdad que había algo maravilloso que ya no podemos disfrutar: los salones recreativos. Todo lo demás era espantoso, por mucho que queramos pintarlo de color rosa-nostalgia.
Por suerte llega Abathor precisamente para rescatar lo único bueno de nuestras infancias. Todos esos videojuegos por los que teníamos que pagar para jugar están condensados en esta maravilla hecha por dos hermanos amantes del retro. Desde que empieza la partida hasta que terminamos con la vida del último jefe vamos a ver guiños y homenajes a los clásicos de esa época.
Aquí está la esencia de Rastan, Magic Sword, Metal Slug… todos los grandes del arcade tienen su representación en mayor o menor medida. Ya sea un personaje principal que se parece a, un masilla que actúa como… todo en Abathor te recuerda a Capcom, Taito, SNK, Konami (la buena), SEGA…
Pero no todo es nostalgia, en caso contrario no estaríamos hablando de un gran juego sino de un plagio constante. Muchos juegos indie intentan mirar al pasado, pero pocos alcanzan el nivel de excelencia que tenemos ahora mismo entre manos. Los autores de Abathor (Pow Pixel Games) han sabido crear un juego de plataformas y espadazos digno de ser jugado y rejugado mientras somos trasportados a ese momento en el que éramos capaces de correr más de diez metros sin sudar.
Ya, pero de qué va
Como buen hijo de los clásicos arcade, Abathor no necesita explicación ni una historia profunda. Coges tu espada y sales a cortar cabezas. No, no hace falta una narrativa, pero la tiene. Si quieres puedes consultar su lore justo antes de meterte en cada batalla. Y es que es un juego simple de jugar y de disfrutar, pero detrás tiene muchas buenas ideas y toneladas de esfuerzo. Se nota simplemente comparando la evolución de las demos.
Lo normal es que en una demo podamos jugar un nivel y que al poder disfrutar del título completo comprobemos que esa fase está igual, sin cambios aparentes. En el caso de Abathor nos encontramos con una evolución en los personajes, los enemigos que se encuentran, objetos que encontramos… Hay nuevas ideas por todas partes. Se nota que sus autores han estado añadiendo cosas hasta el último momento.
Me imagino al productor de Jandusoft exigiendo el último compilado del juego para cerrar el trabajo y a los hermanos Javier y David Garay aferrándose al teclado diciendo: «aún podemos meter un nuevo secreto en esa pared, esta mañana se me ha ocurrido un nuevo tipo magia que podría lanzar el ninja». Se corría el peligro de meter demasiadas cosas y que quedase un batiburrillo inútil imposible de jugar (hablo de ti, Daikatana). Pero en Abathor hay amor, hay toneladas de ideas y además ha quedado todo bien bonito y pulido.
¿Qué te vas a encontrar en Abathor?
Si tienes más años los grupis de Mozart ya sabes lo que te vas a encontrar. Abathor es un arcade de espada y brujería con píxeles gordos, señores musculosos, mujeres en tanga, masillas fáciles, jefazos muy grandes. Lo que los modernos llaman un hack and slash plataformero de toda la vida.
Cuatro personajes con sus propias características y que podemos usar en delciosas partidas a cuatro jugadores. Nos esperan multitud de niveles llenos de enemigos y muy diferentes entre sí, de forma que nunca nos vamos a aburrir. Además algunos cuentan con varios caminos, lo que unido a la gran cantidad de secretos que poseen hace que Abathor sea de lo más rejugable.
Mientras segas vidas la música chiptune retumbará en tus altavoces y la dificultad será al principio muy baja pero irá aumentando hasta que pidas clemencia. En definitiva todo el sabor de los arcades de los ochenta pero sin tragar humo ajeno ni tener que darle unas monedillas al macarra de la puerta.
Te gustará si:
- Hace años que no te crece pelo por encima de las orejas.
- Tienes a tu cargo jóvenes a los que hay que enseñar lo que es un juego de verdad.
- Sí, te gustará.
No es para ti si:
- Sólo juegas títulos que muevan millones de polígonos y con charcos que reflejan todo a la perfección.
- Cuando te haces un cortecito en la mano corres a urgencias.
He recordado mis años mozos con Abathor metido en una Steam Deck gracias al código de análisis enviado por Jandusoft.