20 abril, 2024

Análisis de Tinykin y sus bichos a lo Pikmin

Tinykin y sus bichos a lo Pikmin

Este juego me recuerda a algo

Empecemos el análisis de Tinykin sacando el elefante fuera de la habitación. A simple vista Tinykin recuerda a Pikmin. Cualquiera que haya visto un tráiler o un gameplay de este juego habrá pensado inmediatamente en el clásico de Nintendo. Las similitudes son más que evidentes.

A saber: Caminamos por un escenario compuesto por objetos de la vida cotidiana que delatan nuestro pequeño tamaño. Es decir, la mesilla y el flexo de la habitación son de tamaño normal, pero nosotros somos minúsculos. Controlamos a un simpático personaje al que siguen unas criaturas aún más pequeñas y que lanzamos para que nos ayuden en nuestra misión. Estos pequeños amiguitos son capaces de levantar y mover algunos de esos objetos cotidianos. Es muy fácil pensar que esto va a ser un Pikmin de Hacendado, pero no nos dejemos engañar por la primera impresión.

A este pobrecillo le han robado el bocadillo desde el jardín de infancia hasta la universidad.

No me quiero poner pesado, pero la historia también me suena

Splashteam, los desarrolladores de Tinykin, saben perfectamente que se les va a acusar de plagio, o al menos de una inspiración demasiado evidente. Lejos de esconderse han ido de frente aceptando el parecido desde el propio nombre. Así que lo primero que vemos al pulsar el botón de Start en nuestro mando es una breve historia que también recuerda a la de Pikmin.

Milodane es un prestigioso arqueólogo de un planeta lejano que quiere descubrir el lugar de nacimiento de los seres humanos. Su nave espacial se estrella en la Tierra y tiene que recoger una serie de piezas para poder volver a su planeta. Pero ya está, a partir de aquí empiezan las diferencias que lo hacen un juego diferente. Y me atrevería a decir que mejor.

Milodane es un tipo que siempre va de cara. Literalmente.

Un mundo precioso

Si lo primero que pensamos al ver un fotograma de Tinykin es en su fuente de inspiración, lo segundo es qué bonito es todo. Los diferentes escenarios que recorremos se muestran ante nosotros con una sencillez que busca una realidad mágica. Los objetos que pueblan las habitaciones son objetos cotidianos sacados de contexto para convertirse en el hogar de sus pequeños habitantes.

Y ahí viene lo que hace que Tinykin sea una preciosidad de principio a fin: sus personajes. A primera vista Milodane, los tinykin y el resto de personajes parecen dibujados en 2D al estilo Paper Mario. Pero cuando llevemos un buen rato jugando nos daremos cuenta de que en realidad todos ellos son modelos 3D que simulan estar dibujados sobre cartón y puestos siempre de frente al espectador. Por mucho que giremos la cámara siempre veremos la parte delantera de todos ellos. Una característica que, lejos de molestar, hace que el juego sea especial.

Así tenemos un entorno realista y unos personajes cuquis que destacan enormemente sobre el fondo. Cuqui es la palabra clave en Tinykin. Porque si se hubiese buscado el realismo en los protagonistas un servidor jamás se habría acercado al juego, ya que todo lo que Milodane encuentra en la Tierra son insectos. Mantis, hormigas, ácaros… Repito, son una preciosidad, nada de insectos realistas. Todo en orden. Respira.

Vuelvo a estudiar, de la petanca no se puede vivir.

Con plataformas todo sabe mejor

Comenzamos en el recibidor de una casa de dos plantas y nuestro primer amigo terraqueo, una polilla de nombre Ridmi, nos plantea construir una nueva nave espacial que nos permitirá volver a nuestro planeta. Para ello deberemos recuperar una serie de objetos que están repartidos por las diferentes habitaciones del hogar. Cada uno de sus cuartos es el hábitat de un tipo de insecto que tiene algún problema que deberemos solucionar. Nada del otro mundo. Tinykin no destaca precisamente por su historia.

En lo jugable el título de SplashTeam apuesta por pequeños mundos abiertos interconectados entre sí. En cada uno de ellos tenemos un objetivo principal: obtener la pieza de la nave. Si vamos de cabeza a por ello el juego nos durará unas pocas horas. Pero eso es imposible. Cada habitación tiene tantos recovecos, tantísimo detalle, tal cantidad de objetos que recoger… y es todo tan bonito, inteligente y agradable que querremos hacerlo todo. En cuanto llevemos un rato dando saltos de un mueble a otro nos enamoraremos sin remedio de Tinykin y buscaremos cualquier excusa para no irnos a la siguiente fase.

Se ha roto el monitor, pero esto lo arreglo yo con un par de tinykins

Un gran mundo pequeño

Nuestros pequeños amigos han construido sus ciudades usando latas de sardinas, rollos de papel higiénico, y cualquier objeto cotidiano. Han tendido puentes para unir edificios con peines, levantado templos con cajas de cartón y usado mesillas de noche, armarios, neveras o peceras para guarecerse. Todo ello respetando las plantas del hogar, que también sirven para que lleguemos de una parte a otra.

Cuando hayamos dado varias vueltas a cada entorno nos daremos cuenta de que aún no hemos visto nada. De repente vemos que el interior del piano está lleno de sorpresas y nos rebanaremos los sesos para entrar en él. Luego resulta que ese mueble que no llamaba la atención se abre y hay una nueva aventura que descubrir en su interior. Y cada mundo abierto es mayor que el anterior y tiene más maravillas escondidas. Tanto es así que el último nivel se hace inabarcable al llegar a él. Pero tranquilos, al final nos haremos los amos de cada sitio.

Porque Tinykin es un juego amable no solo en lo visual. Nos invita a explorar sin miedo. Da igual que caigas desde una gran altura y mueras. Milodane revive en menos de un pestañeo en el último lugar en el que puso el pie. No hay contador de vidas, podemos seguir jugando sin límite. Los puzles no son muy complicados de resolver, pero ver el resultado de nuestras acciones es cien por cien satisfactorio. Da igual si nos acercamos al final de la historia o si hemos abierto un cajón para recoger más objetos secundarios, todo nos provoca una agradable sonrisa de gusto.

Cariño, deja ya el piano, estás obsesionado con la música. Sí, mi sol.

Entonces, ¿lo recomiendas?

Sí, sin duda. Tinykin no te va a cambiar la vida, después de jugarlo no vas a ser mejor persona ni vas a ver el mundo con otros ojos. Pero es endiabladamente divertido de principio a fin. Además está incluido en Game Pass así que no tienes excusa para no probarlo. Y si juegas un par de minutos te garantizo que querrás saber cómo será el próximo puzle o el siguiente tinykin.

Te va a gustar si:

  • Te gustan las plataformas y la exploración.
  • Necesitas un Pikmin en tu vida.
  • Eres buena gente.

No te va a gustar si:

  • Lo tuyo es pegar tiros y ver explosiones por doquier.
  • No tienes corazón.

By Ché Sáez

Maestro del hipérbaton, señor de las bestias, inventor del humor sin gracia, dixlésico y taaa...rtadmudo.

Related Post