Umami llega como una propuesta diferente dentro del género de los rompecabezas digitales. Solemos asociar este tipo de juegos con retos intelectuales, con obstáculos que requieren varios pasos y que fuerzan a pensar de manera lateral. Ejemplos no faltan, que muestran esa vertiente más exigente a lo Portal, Antichamber, The Talos Principle o Q.U.B.E. 2. Sin embargo, aquí la experiencia se transforma en un viaje relajante, casi somo si fuera de los juegos clásicos incluidos con Windows. El nombre mismo, tomado del japonés y traducido como “sabor agradable”, anticipa la intención del estudio Mimmox: ofrecer un entorno acogedor, colorido y sereno.
Para relajarse, a veces basta con buena comida o un puzle concentrar la atención y mantener el resto del mundo a raya. Esa idea inspira a Mimmox para crear este Umami, que ha unido esas dos formas de desconexión y ha creado un puzle culinario hecho de bloques de madera. No hay penalización por fallar ni temporizadores que presionen. Solo están las piezas, una imagen de referencia y un entorno colorido en el que construir una pequeña obra maestra.
Los quince niveles disponibles han sido diseñado con detalle. Cada rompecabezas incluye un chef animal y un elemento decorativo asociado. Además, la mayoría de escenarios esconden una carta coleccionable que se descubre al interactuar con los objetos del entorno. Al completar el puzle, se activa un estallido de chispas de colores. Esa recompensa visual es la señal de logro superado, sin grandes animaciones o escenas intermedias.
El proceso de montaje es sencillo y recuerda a la experiencia física de un puzle tradicional. Las piezas aparecen desordenadas sobre el tapete, algunas un poco más ocultas que otra entre diversos elementos decorativos. La única opción es probar combinaciones. Una guía muestra el frontal y la parte trasera, pero no revela todos los detalles de las esculturas tridimensionales. Las piezas se pueden rotar y colocar en cualquier posición. Cuando encajan en el lugar correcto, vibran y se bloquean, quedando fijas. Las piezas grandes y superiores suelen ser más fáciles de ubicar, mientras que las pequeñas pueden confundirse y requieren varios intentos antes de encontrar el hueco exacto.
El apartado visual es de lo más destacable del juego. Cada plato tiene inspiración en recetas reales con un toque de fantasía. Algunos rompecabezas hacen referencia a estaciones y festividades, como Halloween o Navidad. La estética es vibrante, con colores suaves y detalles cuidados que transmiten cariño en la elaboración. La música acompaña con un tono relajante y constante. Aunque se echa en falta mayor variedad de pistas sonoras. Una rotación cada cierto número de niveles habría reforzado la sensación de progreso.
La experiencia no está pensada para completarse de una sentada. Lo recomendable es resolver dos o tres puzles en cada sesión y dejar el resto para otro momento. El tiempo total ronda las seis horas, pero distribuirlo en varios días potencia el efecto relajante. Esa cadencia convierte a Umami en un título ideal para desconectar en ratos libres.
Durante la partida, nos hemos topado con algunos problemas técnicos menores. Algunas piezas se quedan atascadas en posiciones incorrectas hasta que se liberan con un clic. Otras veces, al no encajar, salen disparadas por el escenario, rompiendo un poco la inmersión y tranquilidad.
En cuanto a virtudes, la atmósfera es disfrutable y relajante. Los puzles son adorables, claramente elaborados con mimo y resultan satisfactorios de completar. Cada nivel luce bien y está diseñado con cuidado. Los escenarios son coloridos y transmiten serenidad. La experiencia general es coherente con la misión del estudio.
Entre los aspectos mejorables, se percibe que el juego podría ofrecer más contenido sin perder su espíritu juguetón. La música ambiental necesita más variedad. La parte técnica necesita un pequeño repaso, quizá por falta de recursos a la hora de testearlo. Son detalles menores, pero que conviene señalar. También se echa en falta mayor rejugabilidad. Modos alternativos, variantes desbloqueables o pruebas contrarreloj habrían añadido profundidad sin comprometer la atmósfera relajada.
En conjunto, Umami logra su objetivo principal: ofrecer un espacio de desconexión. No busca tensión ni adrenalina, sino calma y satisfacción estética. Mimmox demuestra que la serenidad puede ser tan poderosa como la emoción intensa. El resultado es un juego que se disfruta sin presión, con un diseño cuidado y un tono amable. Las críticas se centran en aspectos menores, como la repetición musical o la falta de modos adicionales. La base es sólida y deja claro que este debut abre camino para futuros proyectos dentro del nicho del cozy gaming.
Te gustará si…
- Quieres una experiencia relajante
- Haces puzles hasta en sueños
No te gustará tanto si…
- Lo de los puzles no es lo tuyo
Este juego se ha probado gracias al código facilitado por Jasmine James PR.