Metal Bringer apuesta por un estilo gráfico retro que evoca la estética de los juegos de la primera PlayStation y la SEGA Saturn. Esta decisión artística no solo es un guiño nostálgico para los jugadores que crecieron en esa era, sino que también le da al juego una identidad visual distintiva. Los gráficos de baja resolución, los modelos poligonales simples y las texturas pixeladas son un acierto, ya que refuerzan la atmósfera del juego y lo diferencian de otros títulos modernos con gráficos hiperrealistas. Sin embargo, este estilo también puede ser un arma de doble filo si no se maneja con cuidado, ya que algunos jugadores podrían encontrar la estética demasiado austera o anticuada.
La narrativa de Metal Bringer nos sitúa en un futuro lejano dominado por combates entre mechas tripulados. Este escenario es ideal para un roguelite, ya que permite una gran variedad de diseños de mechas y enemigos, así como una progresión narrativa que puede explorar temas como la guerra, la tecnología y la humanidad. Aunque los roguelites no suelen destacar por sus historias profundas, el contexto de Metal Bringer tiene potencial para desarrollar lore interesante a través de descripciones de objetos, diálogos con personajes secundarios o incluso cinemáticas estilo PS1.
El aspecto más destacado de Metal Bringer es, sin duda, su sistema de personalización de mechas. La posibilidad de intercambiar extremidades (brazos, piernas, troncos y cabezas) en tiempo real tras derrotar a los enemigos añade una capa de profundidad y estrategia al juego. Este sistema no solo fomenta la experimentación, sino que también asegura que cada partida sea única. Las decenas de combinaciones posibles permiten a los jugadores adaptar su mecha a diferentes estilos de juego, ya sea priorizando el ataque, la defensa o la movilidad. Este enfoque recuerda a juegos como Custom Robo o Armored Core, pero con la aleatoriedad y rejugabilidad típica de un roguelite.

Uno de los puntos débiles a mencionar es la saturación visual. En momentos de alta intensidad, la pantalla puede llenarse de tantos elementos de colores chillones que resulta difícil discernir qué está ocurriendo. Este problema es común en juegos con mucha acción en pantalla, pero es especialmente relevante en Metal Bringer debido a su estilo retro y la posible falta de contraste entre los elementos. Una posible solución sería implementar opciones de personalización visual, como reducir los efectos de partículas o ajustar la saturación de colores.
Metal Bringer parece tener un alto nivel de adictividad, gracias a su sistema de personalización de mechas y la variedad de combinaciones posibles. La naturaleza aleatoria del loot y la posibilidad de experimentar con diferentes builds aseguran que cada partida sea única. Además, la mezcla de géneros y la intensidad del combate contribuyen a una experiencia que puede mantener a los jugadores enganchados durante horas.

Metal Bringer es un roguelite prometedor que combina una estética retro con una jugabilidad variada y adictiva. Su sistema de personalización de mechas es el punto fuerte del juego, ofreciendo una gran profundidad estratégica y rejugabilidad. Aunque tiene algunos problemas de claridad visual, estos no parecen ser un obstáculo insalvable para disfrutar de la experiencia. Si el equipo detrás del juego continúa puliendo los detalles y añadiendo contenido adicional (como nuevos tipos de mechas, enemigos y escenarios), Metal Bringer tiene el potencial de convertirse en un referente dentro del género roguelite.