La empresa de las sillas, la nueva comedia de Tim Robinson, mezcla humor incómodo, sátira y surrealismo.
En un año televisivo saturado de remakes, spin-offs y comedias “seguros de agradar”, La empresa de las sillas aparece como un soplo de aire surrealista, incómodo y descaradamente original. Lo que empieza como una simple caída de oficina —una silla defectuosa que se rompe en una reunión— se convierte en una espiral de paranoia, conspiraciones y humor tan incómodo como desternillante.
Una premisa ridícula… que funciona como un reloj
El punto de partida es tan cotidiano que muchos podrían descartarlo como una anécdota menor. Pero esa banalidad es precisamente lo que la hace tan poderosa. El protagonista, Ron Trosper, vive un momento de éxito profesional; sin embargo, tras el incidente con la silla, algo cambia. Lo que a primera vista parece una humillación momentánea se convierte en la chispa que prende su obsesión. Ron decide investigar al fabricante de la silla, convencido de que hay algo más detrás de ese fallo: negligencia, engaño o incluso una cadena de descuidos corporativos.
Esa deriva, que se expande episodio tras episodio, transforma lo cotidiano en grotesco, absurdo y casi conspiranoico. La serie demuestra que el humor de Tim Robinson, habitualmente presente en sketches breves, puede sostenerse con fuerza en una narrativa amplia y con ambición.
Humor incómodo, absurdo, devastadoramente eficaz
Lo que distingue realmente a La empresa de las sillas no es solo que arranca carcajadas —es cómo lo hace. La serie se apoya en la tensión social, en la vergüenza ajena y en situaciones profundamente incómodas para generar risa.
Robinson despliega su característico humor de incomodidad extrema: llamadas telefónicas que se eternizan, interrogatorios absurdos, encuentros vergonzosos y un crescendo de malentendidos que llevan a escenas imprevisibles, a veces agónicas y otras explosivamente divertidas. Pocos creadores manejan así la delgada línea entre carcajada y escalofrío.
En los momentos de aparente calma, siempre hay un subtexto inquietante. Esa sensación de que todo puede quebrarse —como la silla del primer episodio— es la esencia de la serie.

Más que risas: sátira social, angustia moderna y alienación
Detrás del humor grotesco late una lectura más profunda del malestar contemporáneo. La empresa de las sillas captura la frustración del ciudadano atrapado entre burocracias ineficaces, corporaciones impersonales y un mundo en el que incluso las quejas más simples pueden transformarse en odiseas kafkianas.
La obsesión de Ron funciona como metáfora del desgaste emocional que producen pequeñas injusticias cotidianas. Esa molestia que, por ridícula que sea, no puedes dejar pasar porque parece simbolizar todo lo que está mal en tu vida. En ese sentido, la serie conecta con la ansiedad moderna, la falta de control y la búsqueda desesperada de una explicación, aunque esta no exista.
Algo intenso: no apta para quienes buscan comedias ligeras
Por toda su genialidad, la serie no es para todo el mundo. Su humor incómodo puede resultar exhaustivo para quienes prefieran comedias suaves o reconfortantes. La mezcla de géneros —comedia, absurdo, thriller y hasta un toque de horror psicológico— puede descolocar a quienes esperen algo más convencional.
Ron, como protagonista, tampoco facilita las cosas: es tan desesperante como fascinante. Su capacidad para convertir un detalle mínimo en una cruzada personal provoca empatía y rechazo a partes iguales. Es un personaje construido para incomodar, no para caer simpático.
Una comedia experimental — y un soplo de aire fresco
En una industria donde muchas comedias buscan gustar a todo el público, La empresa de las sillas apuesta por lo contrario: incomodar, sorprender y desconcertar. En lugar de ofrecer confort, se atreve a tensar al espectador.
Esa valentía creativa la convierte en una comedia única, distinta a cualquier otra producción del año. Su mezcla de angustia y risa, de absurdo y reflexión, hace que la experiencia sea memorable —aunque no siempre agradable. Pero precisamente ahí radica su fuerza: en la silla rota, en la grieta, en la incomodidad.
Conclusión
La empresa de las sillas no es la típica comedia amable. Es un experimento audaz que mezcla risa y ansiedad con una precisión sorprendente. Te hará reír, sí, pero también te hará retorcerte, dudar y replantear la vida diaria. En un panorama televisivo que prioriza el confort, esta serie apuesta por lo contrario: obligarte a sentarte en la incomodidad.
Y esa apuesta es lo que la convierte en una de las comedias imprescindibles de 2025.
| Título original | The Chair Company |
| Año | 2025 |
| Duración | 30 min por episodio |
| País | Estados Unidos |
| Dirección | Tim Robinson (creador), Zach Kanin (creador), Andrew DeYoung, Aaron Schimberg |
| Guion | Tim Robinson, Zach Kanin, Gary Richardson |
| Reparto | Tim Robinson, Lake Bell, Sophia Lillis, Will Price, Rachel Sennott, Lou Diamond Phillips, entre otros |
| Música | Keegan DeWitt |
| Fotografía | Adam McDaid, Ashley Connor |
| Compañías | HBO, Hyperobject Industries, Wolfmask, Zanin |
| Distribuidora | HBO Max |
| Género | Serie de TV. Comedia |
| Plataforma | HBO Max España, Movistar Plus+, HBO Max Amazon Channel |
| Temporadas | 1 temporada (8 episodios). Renovada por una segunda temporada |
| Sinopsis | Tras un incidente vergonzoso en el trabajo, un hombre se ve envuelto en la investigación de una conspiración de gran alcance. |
| Fecha de estreno | 13 de octubre de 2025 en HBO Max España |


