Vivimos en el mundo que percibimos por los sentidos que tenemos y, si no te gustan, haber nacido con otros. Por eso el Universo, este universo, es como es. Porque así lo sentimos dentro de nuestras capacidades. El tiempo, encima, nos obliga a darle plazos. Vamos, que casi es mejor dejarse llevar y afrontar el efímero paso por estas dimensiones inventadas de la mejor manera posible. ¿Qué tal si lo hacemos jugando a Genesis Noir? Descuida, no es necesario saber astrofísica, ni escuchar Coffe Break: Señal y Ruido para superarlo (aunque igual ayuda a entender algunos conceptos del espacio, el tiempo y otras curiosidades… espera, esto es de Radio Skylab, perdón por la cuña).
Feral Cat Den es un grupo de artistas que está detrás de Genesis Noir. Son animadores, diseñadores y desarrolladores a los que les atrae el género de las aventuras gráficas, las clásicas, con sus puzles y pantallas en las que descubrir el mejor uso para los objetos. Que tengan su sede en Brooklyn hace que, además, puedan presumir de saber cómo hacer juegos con una ambientación oscura, al estilo de la zona. Según dicen ellos mismos, su misión consiste en fusionar animación e interactividad, para crear juegos visualmente ricos y táctiles. Esto último, con el mando de consola, consigue que seamos un uno con el mando… y el Universo.
A vueltas con el espacio/tiempo en Genesis Noir
A diferencia de lo estáticas que eran las aventuras gráficas hace tres décadas, en su época dorada del point & Click, Genesis Noir es puro dinamismo. Por un lado, sorprende por el diseño lleno de referencias a siglos de arte, con atención especial al que acabó con el efecto 2000. Pero más aún impacta cada fragmento de animación que, en la práctica, es todo el juego. Que se use una acertada escala de grises no impide que nos de una bofetada cada pocos segundos. Con detalles a los que merece la pena prestar atención. Porque una ventana con la luz encendida puede ser una pista para el resto de la experiencia. Una que despeje dudas o ayude a entender el porqué de cierta situación.
La música y los efectos de sonido son otro elemento que llama la atención. Porque no está presente en todo momento, pero cuando atacan lo hacen al mismo nivel que pueda hacerlo un personaje o cualquier otro elemento vital de la aventura. Habla sin hablar y lleva al jugador de un lado a otro mientras las imágenes acompañan, sí, al revés de lo que suele pasar.
Una vez en harina, esto es una aventura de las de pasar el puntero por encima de cada elemento que sale en pantalla. Con el añadido de que no siempre es necesario pulsar el botón para que pase algo. Además, una vez que se abre un objeto en detalle, suele haber opciones para profundizar en él. Es decir, viene a ser como un juego dentro de otro en el que las dimensiones y el tiempo la lían de lo lindo.
Ese pequeño punto pálido y… ¿negro?
Quien tenga claro el concepto de materia oscura. Esa que es mucho más abundante que la bariónica… si, esa de los bariones y leptones, a excepción de algunos neutrinos. Pues notará que a alguien se le ha ido un poco la pinza a la hora de crear este título. Pero es todo muy sencillo, se simplifica a nivel de que la energía oscura es contraria a la luminosa y el equilibrio resulta imposible. En un arcade de plataformas sería mucho más fácil de digerir. Pero hay que reconocerle mucho mérito a los desarrolladores que han atacado estos conceptos sin aperitivo previo.
Con una profundidad que exige prestar atención a los símbolos y textos, muy cortos en comparación con otras aventuras, Genesis Noir es un espectáculo para los sentidos. También para quien busque algo más que un pasatiempo. Porque puede despertar la curiosidad por saber si el Big Bang personificado es el origen de todos los males de este universo. Los datos que arroja el guion tienen su base en la ciencia a la que puede tener acceso cualquiera estos días. Mientras que ciertas ideas son realmente maravillosas, más allá de que se note cierto tufillo entre la crítica a Nolan por cómo convirtió en película una obra científica. Que sí, que siempre tiene que haber un villano y algo de amor, pero aún tenemos esperanza de que hagan un montaje de Interstellar más fiel a Thorne.
Nos va la novela negra y el Big Whoop!
Volviendo al juego, la interfaz es tan sencilla como ver un cursor cuando hace falta. El control directo del personaje nos hace viajar por cada escenario. Mientras que se le puede echar en cara algo más de cuidado en la detección de colisión o las zonas activas. Es decir, hay momentos en los que resulta difícil saber dónde ha de estar el personaje para que algo funcione. Con lo que obliga a movernos un poco a un lado u otro hasta que el objeto hace su función. Es una situación heredada de las primeras aventuras en las que se combinaba el control directo de los personajes y el cursor por la pantalla. Aunque aquí este último desaparece la mayor parte del tiempo. Quizá para evitar complicaciones y preocupaciones innecesarias.
En resumen, tenemos un plan para salvar a una diosa de la canción que ha sido víctima de un big bang… uno que, curiosamente, tiene mucho que ver con el Big Bang. Ese que es el origen de todos los males que nos afectan desde el principio de los tiempos. Ese tiempo que solo tienen sentido a partir del segundo 10 elevado a menos 37. Pero que, aplicado a un juego que salió hace un par de años, parece haberse detenido para sorprender con cada escena.
Te gustará si:
Te va el jazz
Las aventuras gráficas son lo tuyo
Creciste con Carl Sagan y Philip Marlowe
El blanco y negro no te asusta
Te consideras artista
No te gustará si:
Crees que Nolan acertó de pleno en Interstellar con eso de que el amor lo puede todo, en lugar de seguir la idea original de Kip S. Thorne.
Te asusta eso de no saber qué pasa.