No me gusta manipular vídeos de gameplays. Es algo que me pone de mal humor cuando se lo veo a otras personas, si juegas mal juegas mal. No pasa nada. Hay gente que necesitamos más intentos que otros para completar un videojuego. Está bien que haya gente que complete Dark Souls sin recibir daño, es digno de mi admiración, pero lo normal es que esa gente haya muerto miles de veces antes de adquirir esa pericia y no lo ocultan. Pero hay gente cuyo ego les hace afirmar que son capaces de jugar a los videojuegos mejor que tú y como no pueden demostrarlo, porque es mentira, deciden fabricar pruebas falsas. El caso más sonado fue el de Billy Mitchell, que arguyó durante muchos años ser el mejor jugador de Donkey Kong del mundo y se lo reconocieron gracias a vídeos manipulados. Si no sabéis de qué estoy hablando os invito a ver la película documental The King of Kong.
Manipular un vídeo de una partida es muy sencillo, quitas las partes en las que mueres y dejas sólo los intentos exitosos. Me da vergüenza admitir que en este vídeo en el que juego una partida a W.A.R.P. se ve cómo muero de forma ridícula muchas veces, pero he cortado muchas, muchas, pero muchísimas más. No por fardar, sino por no aburrir con un clip excesivamente largo. El vídeo dura dieciséis minutos, pero el total de juego fueron unos cincuenta. Ahí falta media hora de manqueo continuo en dos niveles concretos. Y sólo son los primeros niveles de un centenar. Así es, W.A.R.P. es un juego difícil hasta el punto de convertirse en insufrible.
El día de la marmota explosiva
Y aún así he seguido jugando. He querido tirar el mando contra la pantalla en varias ocasiones. W.A.R.P. es frustrante, enervante hasta el límite. De verdad que soy una persona muy zen, hace falta mucho para sacarme de mis casillas. Pero W.A.R.P. lo ha conseguido. Pero también ha logrado engancharme, meterme de lleno en su jugabilidad. Porque cuando consigues llegar al portal de salida merece la pena. Es ese gustillo tan placentero que se consigue al dejar de propinarte martillazos en el cráneo.
W.A.R.P. se basa en unas premisas muy simples que hemos visto en miles de ocasiones en títulos de los años ochenta. Coge la forma en que movíamos la nave protagonista de Asteroids, pero no la utiliza en un shooter desenfrenado. La misión en este juego es controlar nuestro pequeño cohete por intrincados laberintos con el fin de llegar a la salida: una especie de portal dimensional que nos llevará hasta la siguiente fase. El mínimo rocecito con cualquier obstáculo supone la muerte y vuelta al principio del nivel. Y esos pequeños arañazos son muy fáciles de sufrir porque nuestra pequeña cápsula retropropulsada se controla con un sistema de inercia de lo más puñetero.
El universo conspira contra ti
Controlar el impulso de la nave es complicado, sobre todo cuando el nervio sobrepasa nuestro autocontrol tras varias muertes ridículas y empezamos a correr sin ton ni son. Pero morir por dar una caricia al escenario no es la única forma de morir en W.A.R.P.. Qué va.
Los niveles son muy variados y a medida que los vamos superando se presentan nuevas piezas en el puzle. Existen nuevas armas e ítems potenciadores que nos darán una pequeña ventaja. Pero lo que predomina en W.A.R.P. son las sorpresas negativas. Nuevo elementos antagonistas que nos harán la vida imposible y que las siguientes pantallas usarán como piedras en nuestro camino.
Entre las mil ofensas que el juego es capaz de barajar en nuestra contra encontraremos pozos gravitacionales que atraen o repelen a nuestro débil cascarón, naves extraterrestres mucho menos endebles que la nuestra, torretas de vigilancia, asteroides que explotan para ser una legión de pequeñas amenazas y dos antagonistas que siempre estarán ahí para lo malo y lo peor. Hablamos del tiempo y el combustible. A veces los tendremos de sobra y otras andaremos justitos de un de los dos o de ambos, teniendo que correr como alma que lleva el diablo con el consiguiente riesgo de pasarnos de acelerón y acabar convertidos en una pegatina contra la pared.
Conclusión de W.A.R.P.
Ojo cuidao, que parece que todo lo que he dicho de W.A.R.P. son cosas negativas, que se muere demasiado. Pero en realidad estamos hablando de un picor gustoso. Cada una de las muertes que suframos en el juego será culpa nuestra. Aquí hemos acelerado demasiado, en esta deberíamos haber frenado un poco antes, en otra nos hemos arriesgado viendo que el final estaba ahí. Tan cerca. Tan lejos.
W.A.R.P. atrapa sin remedio tras unos pocos minutos. Siempre pensamos que esta vez sí, esta vez es la buena. Respiramos hondo y nos lanzamos hacia otra muerte aún más estúpida. Así hasta que completamos los 101 niveles de los que consta el juego o puede que terminemos por masticar el mando. Eso depende de nuestra paciencia y pericia.
Te gustará si:
- Eres amante de lo retro, todo en W.A.R.P. recuerda a los videojuegos del siglo pasado, desde sus gráficos a su dificultad, pasando por su música repetitiva.
- Tienes más paciencia que el Alcoyano.
No te gustará si:
- Te enfadas con facilidad y no tienes dinero para comprar nuevos mandos.
- Los retos no son lo tuyo, te gusta que te den todo mascado
Hemos juegado a W.A.R.P. usando una Xbox Series X y una docena de valerianas gracias al código de análisis suministrado por 7 Raven Studios.