Cuando me sumergí en Zombie Cure Lab, lo primero que encontré fascinante fue su apuesta disruptiva: en vez de eliminar zombis, el objetivo es curarlos para que, convertidos en “humbies”, colaboren en reconstruir la humanidad. Esa dinámica añadida a la clásica gestión de recursos marca un giro fresco y diferente, elevándolo por encima de lo habitual en el género. La estética simpática, incluso caricaturesca, refuerza esa sensación de originalidad y ligereza que le sienta muy bien.
El juego me atrapó con una fórmula que recuerda a Oxygen Not Included o Prison Architect, pero con un toque de humor e identidad propia. Gestionar fases de cuidado, alimentación e investigación se siente satisfactorio y bien equilibrado. Además, la integración de ciencia ciudadana —permitiendo que tu PC aporte a investigaciones reales y te recompense dentro del juego— es un detalle brillante: otorga un valor añadido poco habitual en títulos de este tipo, provocando una conexión real con el jugador que va más allá del puro entretenimiento.
No obstante, el viaje no es perfecto. Durante mis partidas noté que, hacia el día 25 o incluso 35, el rendimiento se resiente. La caída de frames y cierta falta de optimización se hacen evidentes, especialmente en sesiones largas. También la interfaz me resultó algo desconcertante: la dispersión de funciones en múltiples ventanas y paneles genera una gestión menos intuitiva, más engorrosa de lo deseable. En paralelo, el tutorial, aunque bienintencionado en su extensión, termina siendo algo pesado; en ciertas ocasiones aparece saturado de bugs que pueden impedir avanzar a los objetivos previstos o provocar atascos.
Al alcanzar lo que podríamos considerar el “modo sandbox”, aparece otro desafío: la sensación de que las misiones o el trasfondo desaparecen, dejando un mapa básico y funcional, pero sin armas narrativas sólidas para sostener el interés a largo plazo. A esto se suma una percepción de estancamiento en el desarrollo: varios jugadores han expresado dudas por la falta de actualizaciones regulares, lo cual merma la confianza en el futuro del proyecto.
Aun así, sigo viendo en Zombie Cure Lab un título con gran potencial. Me divierte su planteamiento principal y me conquista su personalidad única. El equipo detrás se nota que está volcado en la comunidad y en innovar, lo que merece reconocimiento. Pero para que este juego alcance su máximo esplendor, creo que debe pulir varios aspectos técnicos: mejorar el rendimiento, simplificar y hacer más coherente la interfaz, y reforzar el contenido más allá del tutorial, dotando de objetivos claros y dinámicas narrativas que enganchen de verdad. Igualmente, reactivar el plan de actualizaciones con comunicación constante reforzaría la sensación de progreso y confianza en el proyecto.
En este estado – junio de 2025 – recomendaría Zombie Cure Lab a quienes disfrutan de juegos de gestión y base tipo sandbox, y a aquellos atraídos por su giro científico único. Si entras dispuesto a lidiar con algunos fallos técnicos y cierta falta de estabilidad narrativa, encontrarás aquí una propuesta creativa y original. Sin embargo, si esperas una experiencia completamente pulida y con estructura definida, quizás sea más prudente esperar unas actualizaciones más. En mi escala personal, le daría una puntuación de 3 sobre 5: una hermosa idea con encanto propio, a la espera de un pulido que le haga justicia.