El hecho de que Xbox ONE utilice 12 unidades gráficas en su GPU (GCN CUs) ha sido objeto de críticas y demostraciones técnicas que lo defienden. Sin embargo, hasta ahora no se había confirmado un dato curioso, que no inesperado. El chip AMD de la consola dispone de 14 unidades de proceso, aunque dos de ellas están deshabilitadas de fábrica.
La práctica de «desconectar» partes de un chip es muy habitual. Es algo que se ha hecho en productos complejos como los micros Intel Celeron, respecto a los Pentium de su época. En unos casos, se hace para ampliar la gama de producto, sin coste extra, pero con una línea de fabricación única. Obviamente, con el objetivo de cobrar más o menos según las necesidades, aunque cueste lo mismo fabricar un chip u otro. Sin embargo, en el caso de Microsoft Xbox One y, también, en el de Sony PS4 (18 CU activadas de 20), el objetivo era tener un producto más fiable.
Al tener un margen de dos unidades de proceso, que pueden fallar en la fabricación, estas se pueden desconectar una vez chequeadas. Es decir, como no todos los chips son perfectos, al tener la opción de desactivar la parte que falle, el número de unidades válidas crece. Así, nos topamos con que muchas GPU fabricadas podrían llevar sus 14 GCN CUs activadas, pero solo llevan 12. Mientras que, en la práctica, algunas tendrán alguna parte defectuosa, pero el procesador funcionará igual que si fuera perfecto, pues esa zona no se usa.
Respecto a la decisión de incluir 12 CU, desde Microsoft se ha confirmado que ha sido algo totalmente técnico. Es decir, después de varios años de tests, en Xbox han llegado a la conclusión de que este número de unidades de proceso es el idóneo para acompañar a los ocho núcleos x86 de arquitectura basada en AMD Jaguar. Es decir, que para abastecerse entre las distintas partes del chip de la consola, la relación óptima es 8-12, no otra. Algo que choca con la elección de Sony y PS4, pues es 8-18, algo inusual.
Por otro lado, el equipo de desarrollo de Xbox One tuvo que tomar una decisión que retrasaron, supuestamente, hasta 2013. La de subir la velocidad del chip, hasta los 853MHz, o dejarla en los 800MHz anunciados. Algo en lo que, seguramente, haya pesado el número de unidades activas: a más velocidad, menos chips funcionales. El resultado es el que vemos en títulos como Ryse o NBA 2K14, donde los gráficos y la física hablan por sí mismos sobre el acierto de los ingenieros de Microsoft.
Conforme se mejore el proceso de fabricación, veremos varias tendencias. Una, que a Microsoft le costará menos encontrar chips «perfectos», con lo que se optimizará la fabricación y se reducirán los costes de cara al fabricante. De esto, seguramente, no nos beneficiaremos los consumidores finales. Pero, por otro lado, con una madurez del producto se podrá pasar a un proceso de fabricación más moderno. Si en la actualidad se utiliza tecnología de 28μ, quizá veamos el salto a 20μ en menos de dos años. Esto último sí podría dar lugar a un rediseño total de Xbox One, con un producto con menos necesidades de energía, menos calor disipado y, de paso, mucho más económico de fabricar. ¿Veremos esa posible nueva Xbox One en verano de 2015?