Para hacer un análisis de la beta de Destiny 2, debemos abstraernos y pensar que es solo una prueba. Un test para ver hasta dónde llegan las ganas de los fans y cómo dan de sí los servidores. Esos que, supuestamente, iban a ser dedicados.
La experiencia en Xbox One, sin ir más lejos, nos ha gustado mucho. El aspecto visual no es un salto muy notable, como sí pasa en PS4 Pro con su resolución y falta de tirones. Pero globalmente podemos estar satisfechos. Aunque con la esperanza de que Bungie supere algunos escollos presentes en el análisis de la beta de Destiny 2 para la consola de Microsoft.
Nuestro análisis de la beta de Destiny 2
Lo primero que nos encontramos es un shock para los veteranos de Destiny. Hay un cambio que a alguno le habrá hecho respirar, pensar en que nada es eterno y emprender la marcha. Porque estos años de atrás con Destiny nos han hecho amar algunos lugares. Además, conocerlos y saber que podíamos volver cada semana a ver a Xur, nos llenaba de confianza.
Tocaba borrar y empezar de nuevo, para evitar que esto se considerara una expansión del juego original. Quizá hubiéramos querido algo más radical, incluso. Con un cambio de ubicación, enemigos y estilo visual. Pero no ha sido así. Vemos mucha continuidad, de momento, en lo que enseña Destiny 2.
El aspecto general, a falta de HDR, es de más oscuridad en algunas zonas. El control del brillo y afinar nuestra pantalla parece que va a ser vital para disfrutar del juego. En nuestro análisis de la beta de Destiny 2 lo hemos jugado con una pantalla HDR 4K y, la verdad, frente a PS4 Pro queda muy por debajo si no le dedicamos un rato a ajustarlo todo. El brillo ahora es más notable, con colores muy vivos, que en algunas pantallas apagan demasiado los tonos oscuros y se pierde el detalle. De ahí que, en zonas de fuego, pasillos y demás, de la sensación de que nos perdemos algo.
Clases y armas en el análisis de la beta de Destiny 2
Pensábamos en la llegada de nuevas clases, pero no. De momento, tenemos las tres de Destiny. Eso sí, hay cambios. El titán hace más daño. Los cazadores tienen algún truco por su velocidad y los magos… bueno, de momento parecen los que menos han evolucionado, por lo que dan sensación de confianza al jugar con ellos.
Las tres sub-clases de Destiny, ahora parecen ser solo dos. Pero ahora tenemos un árbol de habilidades diferente y las combinaciones parece que van a darnos para muchas horas de prácticas.
Por un lado, nos ha gustado que pasen muchas cosas durante la partida. Con escenarios que pasan de pasilleros a totalmente abiertos y con varios caminos para llegar a la misma zona. Además, vemos el ADN de Bungie, con engendros mecánicos enormes que cambian totalmente la idea que teníamos de Destiny. Si consiguen añadir suficientes de estos, el juego va a ser muy diferente. Si son pocos, caeremos en la repetición. Así que, en este sentido, las cosas están por ver.
Volvamos a los cambios menos notables, que no por ello impactantes. Como las armas, que dejan de ser dos más una. Ahora, tenemos cinéticas, energéticas y destructivas. Así que no nos arrepentiremos por una mala elección, ni tendremos que navegar por el inventario para elegir la que necesitamos. Solo hay que pulsar Y una vez o mantenerla para seleccionar la herramienta que queramos. Tampoco faltan los exóticos, de los que podemos ver tres en la beta de Destiny 2.
El Crisol en el análisis de la beta de Destiny 2
Con 4v4 en el Crisol, este parece ser algo más difícil a la hora de estar en pie. Nos da más información en pantalla cuando hay algún evento, con lo que obliga a estar pendientes, mientras evitamos que nos den un tiro mortal. El modo en que plantamos bombas, las defendemos y esperamos la cuenta atrás nos ha dado tantas risas como depresión, así que todo está bien. Con un diseño de escenario, en lo poco que hemos visto, que nos ha gustado bastante.
En fin, no dejes que este análisis de la beta de Destiny 2 te impida ver el juego. Está gratis desde el viernes en Xbox One, así que dale cera, que queda menos para ver qué ha hecho Bungie mientras nos daba estos años de vicio constante y evolución con su primera parte.
Ché Sáez 