CATO: Buttered Cat, de gatos y tostadas

Tengo que empezar a hablar de CATO Buttered Cat haciendo el disclaimer ya habitual cuando hablo de juegos que tienen un gato como protagonista: Soy el puto loco de los gatos, no soy capaz de ser neutral cuando se muestra un adorable minino en pantalla. Aclarado esto: en este caso además estamos ante un indie de lo más divertido.

También desayuno tostadas cada mañana, pero prometo que este hecho no va a influir en mi juicio.

La ciencia popular dice que los gatos caen de pie siempre y que las tostadas se precipitan con la parte de la mantequilla hacia el suelo de forma completamente inevitable. Conociendo estos dos hechos irrefutables, la máquina de movimiento continuo que tanto desean los científicos es tan sencilla de confeccionar como unir una tostada untada con mantequilla al lomo de un gato. Al lanzar este engendro al aire cada una de las leyes hará que el gato-tostada no pare de girar jamás.

Este popular chascarrillo que tantas veces hemos podido ver en redes sociales es la base de CATO, la ópera prima del desarrollador Team Woll. Los resultados tras una premisa tan absurda es un juego de plataformas y puzles que nos llevará de la mano a través de fases cada vez más intrincadas.

¿La premisa? Un gato y una tostada son amigos y recorren niveles. Sus desarrolladores no se han molestado en crear escenas explicativas ni en poner excusas ni metas que nos hagan avanzar en el juego. En CATO todo lo que tenemos que hacer es divertirnos. A veces toda esta simplicidad se agradece.

Los más veteranos del lugar se acordarán de un título aparecido en Amstrad CPC, Spectrum y otros ordenadores de ocho bits. Su nombre era Head over Heels y la idea principal era controlar a dos personajes que tenían un par de habilidades por separado. Durante la mayor parte del tiempo debíamos controlar a uno o a otro de forma independiente.

Pero de vez en cuando debíamos unirlos en un solo ser bicéfalo que poseía las características combinadas de ambos protagonistas. De esta forma pasábamos la aventura separando y uniendo sus fuerzas para poder avanzar. CATO Buttered Cat recoge la idea de este clásico y la moderniza hasta crear un delicioso juego en el que debemos controlar al gato o la tostada juntos y por separado.

La tostada puede saltar de un lado a otro pero ni muy alto ni muy lejos. Lo que sí es capaz de hacer es pegarse a las paredes para ascender a base de rebotes cual Ryu Hayabusa. Gato puede andar de un lado al otro y meterse por angostos tubos que le permiten alcanzar lugares de otra forma inaccesibles.

Una vez combinados son capaces de saltar girando hasta el infinito y alcanzar lugares muy elevados o flotar por pasillos cuyo suelo es mortal. Los diferentes niveles de CATO están llenos de rompecabezas cuya solución pasa por unir y separar a nuestros protagonistas, de formas cada vez más ingeniosas.

Los problemas que nos encontraremos incluyen puertas accionadas por interruptores de presión, catapultas que nos lanzarán por los aires, superficies sobre las que tostada no será capaz de moverse o nubes cuánticas que nos obligan a estar unidos o divididos

Lo más destacable de CATO es la progresión de su dificultad, que va aumentado poco a poco y proponiendo nuevos acertijos justo cuando ya nos estamos aburriendo de los anteriores. Si aún así sentimos fatiga con su jugabilidad lineal, siempre podemos acceder a los minijuegos que se van desbloqueando el hub. Todos ellos recuerdan a algún clásico retro como el mítico Snake de los Nokia 8210.

Jugabilidad interesante y ajustada, preciosos gráficos retro y decenas de objetos que desbloquear en una aventura surrealista a la par que graciosa. CATO Buttered Cat es un sorprendente indie que puedes tener por menos de diez euros y que te ofrecerá horas de diversión. ¿Tiene cosas malas? Pues claro, algún puzle puede costar más de lo debido por culpa de falta de precisión a la hora de aterrizar, pero se pueden saltar niveles si no tienes paciencia.

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